El pasado domingo el Arzobispo de Madrid, Cardenal José Cobo, bautizó a Javier, de origen judío, a sus 44 años, después de un proceso de discernimiento y conversión paulatino que cogió fuerza con la preparación para recibir la Primera Comunión de su hijo mayor, Gonzalo.
Hijo de una mujer judía alemana y un católico español, Javier se había criado en un ambiente poco proclive a la espiritualidad, en el que además predominaba un cierto recelo hacia lo católico.
En 2010 conoció a su mujer, Cristina, y se casaron según el rito católico previsto para los matrimonios mixtos. Allí se empezaron a derribar mitos sobre los sacerdotes. Pese a ello, la práctica religiosa de su mujer no fue muy frecuente hasta que llegó el momento de comenzar la preparación para la Primera Comunión del mayor de sus tres hijos.
Según detalla el sitio web de la Archidiócesis de Madrid, Cristina se planteó: “Si yo quiero que mi hijo crea como yo, tendré que llevarlo a Misa”. Y así fue como Javier comenzó a frecuentar la parroquia, más que nada, para ocuparse del pequeño de los hijos.
En una ocasión, entró en la capilla del Santísimo de la parroquia de Nuestra Señora Flor del Carmelo en el populoso barrio de El Pilar en Madrid y, a pesar de mantenerse en su fe judía, sintió un abrazo.
Entonces empezó a hablar a escondidas con Dios, a rezar pidiendo luz. Cristina llevó a casa una imagen de la Virgen Peregrina y Javier descubrió en ella “alguien con un amor infinito con quien puedes hablar”.