“Todos los días llamo por teléfono a la parroquia de Gaza, me cuentan las cosas terribles que pasan, cuántos árabes mueren y cuántos israelíes mueren, dos pueblos llamados a ser hermanos, que se destruyen mutuamente”, lamentó.
Además, explicó que “la guerra comenzó al principio de la creación, con Caín y Abel, las enemistades y los crímenes de guerra”, al tiempo que recordó que “en la historia siempre ha habido guerras”.
“La guerra es una opción egoísta, que tiene este gesto: tomar para mí. Mientras que la paz tiene el gesto contrario: dar, y dar la mano”, afirmó.
Lamentó especialmente la situación de los niños que sufren la guerra y contó que durante una visita de una delegación de niños de Ucrania, “ninguno sonrió”.
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“Los niños sonríen espontáneamente, yo les daba bombones y no sonreían. Habían olvidado la sonrisa, y que un niño olvide la sonrisa es criminal. Esto es lo que hace la guerra: impide soñar”, sentenció.
Puntualizó asimismo que “los niños explotados, maltratados, hambrientos, utilizados para la guerra” y que son “los grandes descartados”.
¿Qué le asusta al Papa Francisco?
Hacia el final del coloquio, el Papa Francisco aseguró que siente temor por la “capacidad de autodestrucción que tiene hoy la humanidad”.
Aseguró que le asusta la posibilidad de una escala bélica: “Uno se pregunta cómo acabará, con las armas atómicas ahora destruyéndolo todo”.
Por su parte, señaló que es la “ternura de los niños” lo que le hace sonreír y resaltó que disfruta mucho cuando habla con los ancianos.