En la Audiencia General de este miércoles 10 de enero, el Papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre los “vicios y las virtudes”, centrándose hoy en el pecado de la gula.
A continuación, la catequesis completa del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro itinerario catequético sobre los vicios y las virtudes, hoy nos detenemos en el vicio de la gula.
¿Qué nos dice el Evangelio al respecto? Fijémonos en Jesús. Su primer milagro, en las bodas de Caná, revela su simpatía por las alegrías humanas: se preocupa de que la fiesta termine bien y regala a los novios una gran cantidad de buen vino buenísimo. A lo largo de su ministerio, Jesús aparece como un profeta muy distinto del Bautista: si Juan es recordado por su ascetismo -comía lo que encontraba en el desierto-, Jesús es, en cambio, el Mesías que vemos a menudo en la mesa. Su comportamiento suscita escándalo a algunos, porque no sólo es benévolo con los pecadores, sino que incluso come con ellos; y este gesto demostraba su voluntad de comulgar con personas a las que todos rechazaban.
Pero también hay algo más. Aunque la actitud de Jesús ante los preceptos judíos nos revele su plena sumisión a la Ley, se muestra comprensivo con sus discípulos: cuando son sorprendidos in fraganti porque tienen hambre y recogen unas espigas y él los justifica, recordando que el rey David y sus compañeros, pasando necesidad, también habían transgredido un precepto (cf. Mc 2,23-26). Y Jesús afirma un nuevo principio: los invitados a la boda no pueden ayunar cuando el novio está con ellos. Jesús quiere que estemos alegres en su compañía; él es como el esposo de la Iglesia, pero también quiere que compartamos sus sufrimientos, que son también los sufrimientos de los pequeños y de los pobres. Jesús es universal.