23 de noviembre de 2024 Donar
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Así vivieron los Jesuitas el asesinato de Carrero Blanco al salir de Misa hace 50 años

El 20 de diciembre de 1973 se perpetró el asesinato terrorista del presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, a la salida de Misa en la parroquia de San Francisco de Borja en Madrid, lo que dejó huella en la comunidad jesuita que lo vivió en persona./ Crédito: Luis García (CC BY-SA 3.0) / EFE (CC0)

“Se produce una fuerte explosión en la Casa que la conmueve toda ella. Son las 9’28 h. de la mañana. Tras la explosión aparece un coche destrozado en la Azotea del Piso 2º que resulta ser del Presidente del Gobierno”. 

Así comienza la crónica del magnicidio perpetrado el 20 de diciembre de 1973 que ha quedado recogida en la Historia Domus (diario) de la comunidad jesuita de la calle Maldonado en Madrid, a cuya iglesia de San Francisco de Borja acudía cada mañana el almirante Luis Carrero Blanco para oír Misa de 9. 

De toda la comunidad jesuita de entonces, sólo vive, a sus 93 años, el P. Millán Arroyo, que hoy reside en Zaragoza. En una entrevista difundida por la Compañía de Jesús, recuerda que “Carrero Blanco era muy religioso” y en la Misa dominical “solía llegar 20 minutos antes y entraba por el claustro para rezar el Rosario junto a su esposa”. 

El jesuita P. Millán Arroyo, miembro de la comunidad jesuita de Maldonado en Madrid cuando se perpetró el asesinato del presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco al salir de misa. Crédito: Compañía de Jesús.

La elaboración de la Historia Domus es una tradición de las comunidades jesuitas que permite guardar memoria de la vida diaria de sus comunidades. Esta tarea se asigna habitualmente a un novicio. 

El día del atentado

El día del atentado, el P. Arroyo se dirigía a la comunidad en coche y oyó cómo en la radio se cortó la emisión y sonó música clásica durante un tiempo. Se preguntó: “¿Qué ha pasado aquí? Y al cabo de unos minutos se oye una voz que dice que hubo una explosión en el Barrio de Salamanca”, rememora el P. Arroyo.

El jesuita pensó en que podía tratarse de una caldera: “Allí hay una maquinaria enorme que yo conocía, donde estaba toda la calefacción que alimentaba el suelo de la iglesia”, detalla. Al llegar a las inmediaciones, trató de ir a pie hasta la iglesia, pero la policía se lo impidió a pesar de identificarse como miembro de la comunidad jesuita. 

Asistencia espiritual

El cronista jesuita detalla que fue el P. Jiménez Berzal quien acudió a la azotea para asistir espiritualmente a los ocupantes del vehículo que “asoman por la portezuela delantera derecha”. 

Se trataba, además de Carrero Blanco, del policía, Juan Antonio Bueno Fernández y del conductor, José Luis Pérez Mogena. Ese día, la hija del recientemente nombrado presidente del Gobierno apenas 5 meses antes, Ángeles, que solía acompañar a su padre, no lo hizo y por ello salvó la vida. 

La crónica jesuita detalla que “reina una gran confusión. Hay un gran socavón en la calle. El H. Ministro [hermano encargado de la casa], acompañado por un guardia de la Policía Armada y por un policía secreta de la escolta del Presidente, sube a la azotea a ver lo sucedido”.

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Al poco tiempo, además de los servicios de bomberos y de las compañías del agua y el gas, la Historia Domus recoge la presencia del Nuncio Apostólico en el lugar, entonces el Cardenal Luigi Dadaglio.

Páginas de la 'Historia Domus' de la comunidad jesuita de la calle Maldonado en Madrid. Crédito: Compañía de Jesús.

El detalle aportado en la Historia Domus es notable: “Los daños de la Casa Profesa son considerables en tejados, cornisas, cristales, ventanas y azoteas. Aparecen un mono, una porra, una pistola en el tejado. Parece ser que el coche ha subido bastante más alto que el tejado para venir a caer en su primer golpe con la parte interior del tejado y cornisa y finalmente a la azotea. Las luces de situación y el intermitente izquierdo estaban encendidos y el depósito de gasolina y la transmisión desprendidos”.

De aquél día, el P. Arroyo recuerda que un compañero religioso le contó cómo “mientras tomaba su café, un trozo de piedra o cristal cayó en su tazón”. 

El coche donde iban Luis Carrero Blanco, un policía de escolta y el conductor, se elevó más de 20 metros con la explosión de un artefacto terrorista y cayó en la azotea interior del segundo piso del edificio de la comunidad jesuita de la calle Maldonado en Madrid. Crédito: Onbekend (CC0)

“A última hora de la tarde se da con la causa de la explosión. Es una mina situada en el centro de la calzada”, prosigue el diario de la comunidad jesuita del 20 de diciembre, que decidió suspender “las actividades apostólicas en la Casa, a excepción de los cultos en la Iglesia” y cerrar casi todas las puertas.

“El P. Prepósito [Wenceslao Sánchez Pérez], que está de Ejercicios, delega en el P. [Javier] Santiago parte de sus funciones aunque él sigue de cerca los acontecimientos”, concluye el cronista las anotaciones del día de autos. 

Al día siguiente, se añaden dos apreciaciones relevantes. 

La primera, que en el informe enviado al P. Provincial, se especifica que “la Casa ha sido vigilada durante los tres días precedentes” debido a la presencia del secretario de Estado de los EEUU, Henry Kissinger en Madrid, ya que su embajada se sitúa al otro lado de la Calle Serrano, frente a la iglesia de los Jesuitas. 

La segunda dice así: “Se anuncia en la Prensa los autores del atentado: Terroristas de la ETA”. 

El P. Arroyo aún se pregunta cómo fue posible la forma en que el coche se elevó tanto: “Es como si le hubieran pegado en el centro de gravedad más perfecto, que alcance la fachada y la cubra sin rozarla… Que suba 20 metros y en vez de caer en el tejado caiga en vertical sobre una terraza… ¿No es curioso?”.

Placa conmemorativa del atentado contra Luis Carrero Blanco. Crédito: J. L. de Diego (Dominio Público).

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Una Navidad “triste y cansada”

El 22 de diciembre se celebró en la misma iglesia la Misa Funeral por el alma de Carrero Blanco y sus acompañantes: “Asiste toda la familia y todo el Gobierno. El acto resulta sobrio y solemne. La misa, concelebrada por unos 25 sacerdotes y cantada por la escolanía, es presidida por el Párroco P. Santiago”, se señala.

Tras dos días sin anotaciones, la Historia Domus se reanuda el día de Navidad, 25 de diciembre: “Nieva y hace frío. Hay goteras en la Casa. No hay gas en la cocina, ni agua caliente en las duchas”, describe. También perfila cómo había ventanas con los cristales y las persianas rotas, tanto en la fachada de la Calle Claudio Coello como en el claustro bajo.

“Se nota en el ambiente una Navidad triste y cansada. El coche sigue aún en el mismo sitio”, concluye. 

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