Era la víspera de Navidad del año 1223 en Greccio, un pequeño pueblo italiano de la provincia de Rieti, San Francisco de Asís inspiró la representación del nacimiento de Jesús, dando origen al que sería el primer pesebre de la historia.
En aquel sencillo lugar situado entre colinas, se dispuso el pesebre con un niño, el heno, el buey y el asno para representar la llegada a la tierra de Dios hecho hombre.
El santo de Asís, que acababa de llegar de un viaje a Tierra Santa, celebró Misa en aquel lugar y fue así como Greccio se convirtió en la “nueva Belén”.Desde aquella Navidad de 1223, la tradición del pesebre se expandió rápidamente por toda la cristiandad. Llegando hasta hoy, como una prueba y una señal del amor y de la alegría que genera el nacimiento de Jesús.
Según narran los Hermanos Menores de la Orden fundada por San Francisco, aquel lugar fue consagrado al Señor y en honor al también conocido como “pobre de Asís” se construyó sobre el pesebre un altar y una iglesia.
En la actualidad, el santuario de Greccio puede visitarse y cada año por Navidad se realiza la escenificación de un Nacimiento viviente en recuerdo de lo que ocurrió hace ya 800 años.