Este martes, además, se ha dado a conocer el manifiesto que se leerá en cada una de las convocatorias repartidas por toda la geografía española, que comienza recordando que “la Virgen María es nuestro consuelo y nuestra esperanza. Bajo su manto, esperamos con fe y sosiego el socorro que necesitamos”.
Los impulsores del Rosario por España consideran que “la nación española se encuentra en una encrucijada” y amenazada por “su progresiva balcanización, el secuestro del Parlamento por fuerzas antiespañolas, la destrucción de la clase media y la falta de un verdadero proyecto nacional”. Ante este panorama, denuncian, “la oligarquía partitocrática gobernante ha olvidado, en la mayoría de las ocasiones, la función de toda forma de gobierno justa: buscar el bien común”.
El manifiesto profundiza en las razones de este diagnóstico, al señalar que “la ‘Tierra de María’ padece, antes que nada, una quiebra moral y espiritual” en la que la religiosidad tradicional ha sido sustituida por “falsas religiones seculares” que han corrompido “las raíces más profundas del pueblo español”.
Estas corrientes de pensamiento, aseguran los organizadores del Rosario, se traducen en “efectos devastadores en la sociedad”, entre los que se encuentran los ataques a la dignidad de la vida humana y a la familia, así como “la atomización social y la destrucción de nuestra comunidad espiritual”, lo que a su juicio provoca “que España esté en trance de la agonía existencial”.
Ante este panorama, el Manifiesto del Rosario por España defiende que esta convocatoria al rezo público de la oración mariana por la unidad de España “no supone mezclar política y religión”, pues “la nación española no se entiende sin la Cruz”.
Al tiempo, denuncia que “el Estado ha usurpado la auctoritas que históricamente tenía la Iglesia” y que existe una persecución religiosa en una doble vertiente. Una “violenta” y otra “que es más invisible y peligrosa” que se introduce “en ámbitos en los que un gobernante, salvo que sea un tirano, jamás podría entrometerse”. “La quimérica neutralidad del Leviatán únicamente implica la desacralización y el hostigamiento a los cristianos”, añade.