En la Audiencia General de este miércoles 22 de noviembre, el Papa Francisco recordó que el Evangelio “es para todos” y afirmó que la llamada de Dios no es un privilegio, sino un don que debe ponerse al servicio de los demás.
Continuando con su catequesis sobre la evangelización y el celo apostólico, el Santo Padre afirmó que “el Señor desea” que el anuncio del Evangelio “sea para todos”.
En este sentido, instó a los fieles a distinguirse “por la capacidad de salir de nosotros mismos” y recordó que el anuncio, para ser verdadero, “debe salir del egoísmo propio”.
El Pontífice precisó que los cristianos “deben ser abiertos y expansivos, los cristianos deben ser ‘extrovertidos’, y este carácter suyo proviene de Jesús, que ha hecho de su presencia en el mundo un camino continuo, dirigido a alcanzar a todos, incluso aprendiendo de ciertos encuentros suyos”.
El Santo Padre puso como ejemplo el encuentro de Jesús con una mujer extranjera, una cananea que le suplica que sane a su hija enferma, para explicar que “la predicación no debe limitarse al pueblo al que pertenece, sino abrirse a todos”.
“La Biblia nos muestra que cuando Dios llama a una persona y hace un pacto con algunos, el criterio siempre es éste: elige a alguno para alcanzar a muchos otros”, señaló el Santo Padre a continuación.