13 de diciembre de 2024 Donar
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Estos son los nuevos 20 beatos mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España

Imagen oficial de los 20 mártires del siglo XX beatificados en Sevilla (España) el 18 de noviembre de 2023./ Crédito: Archidiócesis de Sevilla

La catedral de Sevilla acoge este sábado la ceremonia de beatificación de 20 mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España, que será presidida por el Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.

El martirio de Manuel González-Serna Rodríguez y 19 compañeros  fue aprobado el pasado mes de junio, pero los primeros trabajos se remontan a 2012, si bien la apertura oficial de la fase diocesana de la causa tuvo lugar en 2014, que fue clausurada dos años más tarde. 

Siete años más tarde, la Archidiócesis de Sevilla contará a partir de mañana con 20 nuevos beatos: 10 sacerdotes, 1 seminarista y 9 laicos (entre ellos, una mujer).

Todos fueron asesinados por odio a la fe al inicio de la Guerra Civil española (a excepción de uno, martirizado el día antes del alzamiento militar), en los meses de julio y agosto de 1936.

Según la información aportada por la Archidiócesis de Sevilla, sus martirios se produjeron “tras ser detenidos y sin juicio previo, en el clima de persecución hacia todo aquel que profesara ser miembro de la Iglesia Católica”.

Los nuevos beatos son los siguientes: 

P. Manuel González-Serna Rodríguez

Nacido en 1880, fue ordenado presbítero en 1911 y ejerció su labor pastoral en la localidad de Constantina. Padeció la persecución antirreligiosa desde los primeros años 30. 

Detenido el 19 de julio de 1936, fue maltratado y vejado durante varios días hasta su asesinato en la parroquia el día 23. Su cadáver fue profanado y objeto de escarnio público junto al de María Dolores Sobrino.

María Dolores Sobrino

Nacida en 1868, María Dolores estaba casada. Poco después del inicio de la Guerra, su marido fue asesinado y su casa saqueada. Tras el asesinato del P. González-Serna, fue detenida. 

Una turba la empujó hasta el interior de la parroquia de Constantina, donde le mostraron el cadáver del presbítero martirizado. Al reprochar la vileza de sus captores, fue asesinada con un disparo a bocajarro y escarnecida junto al sacerdote. 

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P. Francisco de Asís Arias Rivas

Ordenado sacerdote en 1919, el martirio le llegó junto a su coadjutor cuando llevaba casi 20 años de párroco en la localidad de Lora del Río, donde había desarrollado una intensa labor pastoral y educativa. 

Padeció los rigores del laicismo que trató de secularizar el cementerio y apropiarse de bienes de la Iglesia. Detenido al inicio de la contienda fratricida, fue vejado, pero siempre trató de confortar a sus compañeros de infortunio. Fue fusilado la madrugada del 1 de agosto de 1936.

P. Juan María Coca Saavedra

Nacido el día de Navidad de 1884, era muy popular entre los vecinos de Lora del Río, donde su apostolado como director del colegio Ave María le hizo muy popular entre sus vecinos. Antes del estallido de la guerra, logró preservar la imagen de la Virgen de las turbas que pretendían quemarla. 

Encarcelado junto al P. Arias, fue atacado con un machete mientras, maniatado, era conducido al lugar de su fusilamiento. 

José María Rojas

Oriundo de Sevilla, tenía 26 años cuando preparaba oposiciones en Madrid. Llegado el verano, decidió tomar unos días de descanso junto a su familia. El lunes 20 julio, tras acudir a la Santa Misa, fue detenido sin cargos y recluido en la Casa del Pueblo de Marchena, sede del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Ante el avance de las tropas nacionales, los milicianos huyeron no sin antes dispararle y dejarlo malherido. Tras recibir los sacramentos y haber manifestado su perdón a los agresores, murió el 25 de julio, día de Santiago Apóstol, patrón de España.

Manuel Luque Ramos

Este laico ejercía de sacristán en Marchena. El 18 de julio, sábado, un grupo irrumpió en la parroquia mientras se celebraba la Santa Misa a la que asistían unas religiosas. Manuel Luque fue capaz de expulsarlos del templo para que prosiguiera la celebración. Al día siguiente fue encerrado en la Casa del Pueblo, donde coincidió con José María Rojas. También herido por arma de fuego ante la huida de las fuerzas anticristianas, falleció el día 21.

Agustín Alcalá Heinke

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Este empresario nacido el 1872 procuró aplicar en sus negocios la Doctrina Social de la Iglesia, lo que le granjeó un gran prestigio. Sus colaboraciones frecuentes con entidades religiosas, como las Conferencias de San Vicente de Paúl, no disminuyeron con el recrudecimiento de la persecución religiosa. 

El viernes 17 de julio, horas antes del estallido de la guerra, fue disparado de manera fatal cuando volvía de realizar un donativo para los más necesitados. Su compromiso social cristiano fue la causa de su asesinato. 

P. José Vigil Cabrerizo

Nacido en la provincia de Granada, alcanzó la vida eterna a los 30 años en Sevilla, el 19 de julio de 1936. Unos meses antes, en mayo, el asalto de la capilla de San Jerónimo le obligó a buscar refugio entre sus familiares en la capital hispalense. 

En una acción de elementos del Frente Popular en búsqueda de partidarios del alzamiento militar que se acababa de producir, una bala perdida le hirió cuando salía de casa del brazo de su madre, descubriéndose su condición de presbítero. El jefe de la partida ordenó que fuera abatido, pero una de sus hermanas le salvó la vida abalanzándose sobre él para protegerle. Malherido, murió al día siguiente tras perdonar a sus agresores. 

P. Antonio Jesús Díaz Ramos

Originario de Huelva, era párroco en la localidad sevillana de Cazalla de la Sierra, donde tuvo que enfrentarse a las laicistas autoridades locales que le impedían procesionar con el Viático, el toque de campanas o realizar responsos católicos en los entierros.

Fue detenido el mismo 18 de julio y padeció amenazas y burlas durante su cautiverio que se alargó 18 días. Llegó a la Casa del Padre el 5 de agosto, tras ser acribillado en el patio de la cárcel. 

Enrique Palacios Monrabá

Terminado su primer curso de Sagrada Teología en el mes de junio de 1936, el seminarista Enrique Palacios fue a visitar a su familia en Cazalla. El 20 de julio, lunes, acudió a la Santa Misa, oficiada por el coadjutor, ya que el párroco (P. Díaz) ya había sido detenido. 

Allí fue apresado junto a su padre. Su martirio tuvo lugar el 5 de agosto.

Manuel Palacios Rodríguez

Padre del seminarista, era oriundo de Aracena (Huelva). Manuel era un hombre prudente y religioso, que destacaba por su generosidad. En medio del ambiente anticlerical, se afilió a Acción Popular, un partido confesional católico nacido durante la II República.

Fue secuestrado junto a su hijo y fusilado el 5 de agosto. 

Mariano López-Cepero y Muru

Nacido en Cazalla de la Sierra, formó parte de los representantes del municipio. Desde esa posición, fomentó la instalación de centros educativos religiosos y la entronización del Sagrado Corazón de Jesús en el Ayuntamiento. Miembro de la Junta Parroquial desde 1932, fue detenido al poco de comenzar la guerra y asesinado el 5 de agosto. 

Gabriel López-Cepero y Muru

Nacido en 1874, había estudiado en el internado de los jesuitas en El Puerto de Santa María (Cádiz). Estaba casado y tenía seis hijos. Como su hermano, formaba parte de la Junta Parroquial. Dejó por escrito su voluntad de evitar el entierro civil impuesto por las autoridades. Detenido a la par que sus vecinos, rezaba a diario el rosario durante su cautiverio, hasta su martirio el 5 de agosto. 

Cristóbal Pérez Pascual

Este farmacéutico era conocido por el desempeño caritativo de su profesión, labor que continuó durante el cautiverio que padeció junto a sus convecinos de Cazalla de la Sierra, con los que corrió la misma suerte. Alcanzó la gloria tras ser acribillado a balazos en el patio de la cárcel. 

P. Mariano Caballero Rubio

E P. Caballero padeció los rigores del anticlericalismo en su parroquia de Huelva a lo largo de los procelosos años de la II República. El 21 de julio de 1936 fue encendido el templo, como se había hecho ya con otras iglesias, y buscó refugio. 

Fue detenido en la localidad de Punta Umbría. Mientras era trasladado al Gobierno Civil de Huelva, recibió un disparo por la espalda. Murió a los 41 años tras desangrarse durante dos días. 

P. Pedro Carballo Corrales

Desde octubre de 1919, el P. Carballo desempeñaba su labor pastoral en Guadalcanal (Sevilla). Tras el estallido de la guerra, todos los edificios religiosos fueron saqueados, cuando no incendiados. Detenido el 20 de julio, fue fusilado junto a otros 20 reclusos el 6 de agosto en las cercanías del cementerio. 

P. Miguel Borrero Picón

Nacido en 1873 en Beas (Huelva), fue detenido la noche del 19 de julio de 1936 en Utrera (Sevilla) cuando se dirigía al Ayuntamiento a pedir la libertad de unos vecinos encarcelados por el Comité Revolucionario local. 

Durante su cautiverio, se preparó a conciencia y también a sus compañeros de presidio, para la que sabían era una muerte segura. Sus carceleros les dieron la orden de salir del calabozo cuando conocieron la cercanía de las tropas nacionales. Nada más cruzar la puerta, el P. Borrero recibió un disparo mortal en el pecho. Era el 26 de julio de 1936.

P. Salvador Lobato Pérez

De origen gaditano, el P. Salvador ejercía el sacerdocio en la localidad sevillana de El Saucejo, con grave dificultad por el ambiente anticatólico del momento. Desalojado de la casa rectoral el 23 de julio, se refugió en el hogar de unos vecinos junto a su familia.

El 21 de agosto fueron a buscarle le detuvieron y, llevado a las afueras junto a su hermano, fue fusilado. 

Rafael Lobato Pérez

En compañía de su madre y su hermano, sacerdote, buscó refugio en la casa de amigos tras ser expulsados de la casa rectoral. Tras su detención, no queriendo dejar solo a su hermano, corrió la misma suerte que él, hasta el martirio. 

P. Rafael Machuca y Juárez de Negrón

Nacido en Estepa (Sevilla) en 1881, por prescripción médica solicitó licencia para realizar un tratamiento de aguas medicinales en Málaga, donde le sorprendió el inicio de la Guerra Civil. Detenido junto a otras 11 personas, tres de los cuales eran también sacerdotes, fue encerrado en la cárcel. 

Como represalia a un bombardeo del bando nacional, los revolucionarios determinaron realizar una “saca” de más de un centenar de personas, que significó el traslado y fusilamiento de todos ellos junto al cementerio de San Rafael el 31 de agosto.

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