En un mensaje con ocasión del VIII Congreso Eucarístico Nacional de México, el Papa Francisco resaltó la figura de San Juan Diego como “ejemplo de espiritualidad eucarística”.
La Virgen de Guadalupe se le apareció a San Juan Diego entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, y le pidió que interceda con el primer Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, para que se construya un templo al pie del cerro del Tepeyac. Fue en su tilma en la que quedó milagrosamente estampada la imagen de Santa María.
El VIII Congreso Eucarístico Nacional se realizó en la Diócesis de Cuautitlán, en el Estado de México, del 8 al 12 de noviembre.
En su mensaje, el Santo Padre describió a San Juan Diego como “un hombre en camino, en búsqueda de Dios”, quien “gustaba de recibir el sacramento y no se amilanaba por tener que andar largo tiempo para saciarse con el Cuerpo de Cristo”.
San Juan Diego vivía en la región en la que hoy se encuentra Cuautitlán. Cada sábado, recibía lecciones de catecismo en el Colegio de Tlatelolco, en la actual Ciudad de México, a una distancia de unos 28 kilómetros. Recorrer ese camino a pie actualmente tomaría al menos seis horas.
El Papa Francisco invitó a los católicos a identificarse con la búsqueda espiritual del santo vidente: “Este podría ser nuestro primer rasgo de identificación, sentirnos peregrinos y en búsqueda, necesitados de saciarnos de ese Dios que encontramos en el ministerio de la Iglesia, en la Palabra y en los sacramentos”.