21 de noviembre de 2024 Donar
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Aceptación y legalización de la droga han sido “devastadoras” en la sociedad, dice Arzobispo

Mons. Samuel Aquila, Arzobispo de Denver (EEUU)./ Crédito: Arquidiócesis de Denver.

El Arzobispo de Denver (Estados Unidos), Mons. Samuel Aquila, publicó una carta pastoral en la que lamenta que la aceptación cultural y la legalización de la droga, como la marihuana, han sido “devastadoras” para la sociedad.

En su texto, publicado en inglés y español el 10 de noviembre en el sitio web de la Arquidiócesis, Mons. Aquila señala que los últimos estudios sobre el tema “dejan en claro que la aceptación cultural y la legalización de las drogas han sido devastadoras para nuestra sociedad. Aunque el consumo de drogas puede ofrecer alivio temporal y evasión, desde luego no es una solución a nuestros problemas, y los costos superan con creces los beneficios”.

El Prelado resalta en la carta que, se mire como se mire el tema, “llegaremos a la conclusión de que la decisión de permitir, aceptar y abrazar el consumo de drogas ha demostrado ser perjudicial de innumerables maneras. Así lo confirma el declive de las ciudades que han legalizado y promovido el consumo de drogas y el número de muertes que se producen cada año por sobredosis de drogas”.

¿Es lícita la marihuana medicinal?

Sobre este tema, el Arzobispo de Denver precisa que “en la medida en que la marihuana medicinal sea realmente eficaz, debe tratarse como cualquier otro medicamento. Esto significa, en primer lugar, que debe haber límites en la cantidad que se consume diariamente”.

“Incluso los analgésicos suaves, como el paracetamol, limitan el número de pastillas que se deben tomar en veinticuatro horas. Asimismo, todo médico que recomiende marihuana medicinal debe establecer un límite de dosis diaria. La autodosificación abre la puerta al abuso y la adicción”.

En segundo lugar, prosigue, “la marihuana medicinal debe consumirse como un medicamento; no debe fumarse ni transformarse en comestibles. Distorsiona la comprensión de la droga como medicina (así como la dosis) consumir marihuana medicinal por medios recreativos comunes”.

“En tercer lugar, hay que examinar la propia intención. Sería moralmente ilícito utilizar la marihuana medicinal como máscara para el consumo recreativo. Del mismo modo, tampoco debe utilizarse como escapatoria de ninguna de las cuestiones existenciales”, añade.

En conclusión y “como cualquier otro medicamento, la marihuana medicinal debe utilizarse con la intención de intentar devolver la salud al organismo”

Sobre el consumo esporádico o no frecuente de la marihuana, el Prelado precisa que “no hay placer, alegría o conexión experimentados durante una estimulación causada por las drogas que no puedan experimentarse también sin drogas”.

“Si solo experimentamos estos bienes en raras ocasiones cuando estamos sobrios, es mejor que nos dirijamos a Jesús para que él cure lo que sea que los esté impidiendo en nuestras vidas. ¡Jesús nos promete la vida abundante y desea desesperadamente que la experimentemos! Que nunca nos conformemos con menos”.

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En la introducción, el Arzobispo recuerda que en el estado de Colorado, donde se ubica su jurisdicción, se votó en 2014 para permitir la venta de marihuana, convirtiéndose así en el primer estado donde esto se legalizó en Estados Unidos.

Mons. Aquila relata luego el encuentro con un indigente en España, quien le mostró las heridas de sus brazos por el consumo de drogas, algo que le “rompió el corazón” y alertó que “la adicción, la enfermedad mental y la falta de vivienda comúnmente se experimentan juntas”.

En la primera parte, titulada “¿Cómo juzgamos a las drogas?”, el Arzobispo de Denver subraya: “Somos personas creadas para la comunión amorosa, ahora podemos juzgar que las drogas son solo un bien aparente. Son malas para nosotros, ya que obstaculizan nuestra capacidad de conocer y de amar”.

Las drogas en principio

En la segunda parte, “Las drogas en principio”, el Prelado recuerda lo que establece el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 2291, que señala: “El uso de la droga inflige muy graves daños a la salud y a la vida humana. Fuera de los casos en que se recurre a ello por prescripciones estrictamente terapéuticas, es una falta grave”, lo que se confirma en la vida de los 18.4 millones de estadounidenses en la drogadicción.

“Los defensores de las drogas establecen una distinción entre drogas ‘duras’ y ‘blandas’, argumentando que estas últimas son aceptables porque los riesgos de daños corporales son mínimos. En primer lugar, esta categorización es subjetiva, ya que a nivel farmacológico no existe”, prosigue.

“La verdad es que incluso las drogas ‘blandas’ agreden a la persona humana afectándola negativamente a nivel físico, intelectual, psicológico, social y moral. Por ejemplo, la marihuana causa déficits en el funcionamiento ejecutivo del cerebro al inhibir temporalmente la coordinación, la concentración y la memoria de trabajo”.

La droga, advierte luego, “disminuye la capacidad del hombre para tomar decisiones libres porque impide el intelecto y embota el juicio, al tiempo que debilita la voluntad y mina la energía moral”.

Mons. Aquila refiere además que, ya que el ser humano está llamado a la grandeza, el consumo de drogas es “especialmente inadecuado para los cristianos, que están llamados a reflejar a Cristo ante el mundo. ¡Debemos vivir de otra manera porque Jesús nos ha cambiado!”.

Las drogas en la práctica

En la tercera parte, el Arzobispo de Denver recuerda que “el consumo de drogas es mucho más probable cuando una persona vive sin propósito y no cree que la vida tenga sentido”.

Las situaciones individuales, agrega, “se agravan en una sociedad que también carece de valores fundamentales. El sinsentido de la vida aparece validado en cualquier cultura en la que la violencia, la injusticia, la opresión y la corrupción son habituales”.

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“Las drogas son una respuesta peligrosa a la falta de propósito y amor, porque proporcionan una gratificación instantánea sin abordar los problemas de fondo. Crean una especie de intoxicación emocional que brevemente hace que la vida parezca más apetecible, pero es una mera simulación de placer sin base en el mundo real. Cuando los efectos desaparecen, las realidades que llevaron a los consumidores a las drogas permanecen inalteradas”, remarca.

Tras señalar que en los consumidores de marihuana también se aprecia la pérdida de “hasta ocho puntos de coeficiente intelectual” y que en 2019 los suicidios relacionados a este uso llegaron hasta 236 en el estado de Colorado, el Arzobispo de Denver indicó que “un estudio que siguió el Hospital Universitario de Colorado UCHealth descubrió que las visitas a urgencias relacionadas con la marihuana se triplicaron tras el inicio de la venta de marihuana recreativa en enero de 2014”.

Mons. Aquila responde luego a uno de los argumentos típicos de quienes defienden la legalización de la marihuana: que esto perjudica el mercado ilegal de drogas.

“Aunque esto parece intuitivamente correcto, en la práctica no resulta así. Tanto Colorado como California han experimentado un crecimiento masivo del mercado clandestino de la marihuana desde su legalización”.

El Prelado denuncia asimismo la crisis que ha provocado “el fentanilo, que es entre 50 y 100 veces más potente que la morfina” y que es, de acuerdo a Anne Milgram, administradora de la DEA, “la amenaza de drogas más mortífera a la que se ha enfrentado jamás nuestra nación”.

El Arzobispo de Denver refiere que “las cifras respaldan tan audaz afirmación: los opioides sintéticos, pero principalmente el fentanilo, fueron la causa principal del aumento sextuplicado de las sobredosis mortales de 2015 a 2020”.

La respuesta cristiana

En esta parte, Mons. Aquila resalta que “lo más importante que podemos hacer como cristianos en respuesta a la cultura de la droga es proclamar el evangelio”.

Asimismo resalta que “la educación sobre el impacto del abuso de sustancias y la adicción es fundamental en estos tiempos, y hay abundantes recursos disponibles”.

La quinta parte está compuesta por una serie de preguntas y respuestas frecuentes, donde se explica, por ejemplo, que la Iglesia Católica no tiene nada contra el placer, pero precisa que no puede convertirse en un fin en sí mismo.

“El placer es bueno, pero siempre que esté ordenado entre otros bienes. Podemos apreciar el placer corporal que se experimenta al beber alcohol, por ejemplo. Pero si este se convierte en la razón principal del consumo, en lugar de un efecto secundario agradable, beber puede convertirse rápidamente en una adicción, ya que el placer se vuelve más importante que la templanza”.

En la conclusión, Mons. Aquila eleva sus oraciones por quienes se drogan para evadir la realidad y pide a “nuestro Señor Jesucristo que tenga misericordia de ellos, que aleje sus corazones de lo que está por debajo de ellos, hacia lo que solamente él puede ofrecer: el verdadero amor, la alegría, la paz y la felicidad”.

La carta titulada “Para que tengan vida” está compuesta por una introducción, cinco partes y una conclusión; y puede descargarse como folleto en formato PDF en este enlace.

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