La celebración del Día de Muertos en México es una festividad tradicional profundamente arraigada en la cultura del país y, a menudo, se ha considerado de origen prehispánico o pagano. Sin embargo, un artículo publicado en el sitio web del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, precisa que se trata de una tradición cristiana.
En un estudio titulado El origen del Día de Muertos, el arqueólogo Víctor Joel Santos Ramírez, señala que, “contrario a la idea popular extendida y aceptada en México, el Día de Muertos no es de origen prehispánico y en sentido estricto tampoco es producto de un sincretismo indígena y europeo”.
Santos Ramírez es también Maestro en Arquitectura por la Universidad Autónoma de Sinaloa y ha escrito los libros La iglesia de la villa de Sinaloa. Arqueología histórica, El Colegio Jesuítico de Sinaloa y Las misiones jesuíticas de Sinaloa.
En su artículo, el arqueólogo mexicano indica que tanto la celebración de Todos los Santos, el 1 de noviembre, como el Día de Muertos, el 2 de noviembre, “tuvieron su origen en la Europa medieval” y “fueron instituidos por la Iglesia católica”.
“El día de Todos los Santos fue instituido el día 13 de mayo por el Papa Bonifacio IV en el año 609, para honrar a los protectores de la Iglesia, pero también para contrarrestar al paganismo”, indicó el experto del INAH, subrayando que de esta manera se buscaba asignar una fecha “principalmente a los santos desconocidos”, de tal forma que “ninguno se quedara sin fiesta y así, reunidos en un solo día, correspondieran a este homenaje intercediendo con mayor fuerza en la oración y en las súplicas de los creyentes”.
En el caso del 2 de noviembre, el día de los “Fieles Difuntos”, continuó, “fue dedicado a quienes ‘reposan en Cristo’, pero no alcanzaron la vida beatífica (el cielo), debido a que fallecieron sin haber cumplido las penitencias que les fueron impuestas en vida o fueron insuficientemente cumplidas, así como a quienes mantuvieron apego a la vida material”.