21 de noviembre de 2024 Donar
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La Casa del Migrante San Juan Diego: Un refugio en la ruta por México

Casa del Migrante San Juan Diego en el Estado de México./ Crédito: EWTN

A orillas de las vías del tren carguero conocido como "La Bestia", en una zona estratégica de paso para quienes buscan llegar a Estados Unidos, se encuentra la Casa del Migrante San Juan Diego en la Diócesis de Cuautitlán, en el Estado de México, la cual se ha convertido en un refugio y “alivio” para quienes emprenden peligrosos viajes en busca de una vida más digna.

Inspirados en la figura de San Juan Diego, que tuvo un encuentro con la Virgen de Guadalupe, la Casa del Migrante se dedica a brindar asistencia humanitaria a quienes la solicitan en su camino.

Imagen de San Juan Diego en Casa del Migrante. Crédito: EWTN

Uno de los migrantes que ha recibido apoyo en este albergue es Ender Francisco, un venezolano que contó a ACI Prensa que huyó de su país por la “represión del gobierno y de otros grupos delictivos”, así como también por la “falta de acceso a la atención médica” adecuada para su hijo con discapacidad motora. 

Acompañado por su esposa y sus dos hijos, emprendió el viaje hacia Estados Unidos, atravesando diversos lugares, incluyendo la peligrosa selva del Darién.

“La verdad, pensé que [el camino] sería un poco más fácil, pero la travesía es fuerte. Lo que uno vive en el camino es bastante desgarrador”, relata el padre de familia. 

La región conocida como el tapón del Darién es una zona selvática y pantanosa entre Centroamérica y América del Sur que abarca los territorios de Panamá y Colombia. Es considerada una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, donde los viajeros pueden demorar hasta 10 días para cruzarla. Según las autoridades panameñas, en 2023, más de 400.000 mil personas han atravesado esta región.

“Yo le daría como un consejo a las personas: que no tomen esa vía, porque es muy riesgosa (…). Todo lo que caminé en el Darién, las cosas que uno ve, las montañas, es algo más allá de lo que uno puede explicar”, afirma Ender Francisco. 

Luego de su travesía, expresó su agradecimiento por la asistencia brindada en la Casa del Migrante: “Entre todo lo que uno viene viviendo, la verdad es que la Casa del Migrante es un alivio”.

“La travesía es muy desgarradora en todo el camino. Mi hijo mayor tiene discapacidad motora y no camina. Lo traía en la espalda y la verdad que es bastante complicado. La parte que ha sido más calmada es llegar aquí”, agrega. 

Este albergue está administrado por el P. Antonio Wilbaldo Silva Cortés, quien compartió con ACI Prensa que el objetivo de este lugar es tener un “espacio para atender integralmente a nuestros hermanos migrantes, resaltando la dignidad humana”.

P. Antonio Wilbaldo Silva Cortés en la Casa del Migrante San Juan Diego. Crédito: EWTN

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De acuerdo al presbítero, allí se brinda una variedad de servicios esenciales a los migrantes, incluyendo alimentación, ropa, atención legal, apoyo psicológico, asistencia médica y soporte espiritual. También se les ayuda con los trámites para transitar en México y, en casos de quienes desean regresar a sus países de origen, facilitan retornos voluntarios.

A pesar de las limitaciones de espacio en la Casa del Migrante, diseñada para mantener a 80 personas diarias, el sacerdote afirma que han acogido a más de 200 personas y brindan no sólo refugio interno, sino también asistencia externa a aquellos que no desean pasar la noche en la casa pero requieren alimento y ropa.

El P. Silva Cortés afirma que la asociación del albergue con San Juan Diego, nativo de la Diócesis de Cuautitlán, se debe a que también el vidente de la Virgen de Guadalupe era un peregrino.

“Él peregrinaba de Cuautitlán a Tlatelolco; entonces lo identificamos como un peregrino. Lo mismo que hacía Juan Diego lo hacen nuestros hermanos migrantes, buscando una vida más digna para ellos y sus familias”, explica el P. Silva Cortés.

San Juan Diego fue el indígena a quien la Virgen de Guadalupe se le apareció entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, y a quien le pidió que interceda con el primer Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, para que se construya un templo al pie del cerro del Tepeyac.

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