A orillas de las vías del tren carguero conocido como "La Bestia", en una zona estratégica de paso para quienes buscan llegar a Estados Unidos, se encuentra la Casa del Migrante San Juan Diego en la Diócesis de Cuautitlán, en el Estado de México, la cual se ha convertido en un refugio y “alivio” para quienes emprenden peligrosos viajes en busca de una vida más digna.
Inspirados en la figura de San Juan Diego, que tuvo un encuentro con la Virgen de Guadalupe, la Casa del Migrante se dedica a brindar asistencia humanitaria a quienes la solicitan en su camino.
Uno de los migrantes que ha recibido apoyo en este albergue es Ender Francisco, un venezolano que contó a ACI Prensa que huyó de su país por la “represión del gobierno y de otros grupos delictivos”, así como también por la “falta de acceso a la atención médica” adecuada para su hijo con discapacidad motora.
Acompañado por su esposa y sus dos hijos, emprendió el viaje hacia Estados Unidos, atravesando diversos lugares, incluyendo la peligrosa selva del Darién.
“La verdad, pensé que [el camino] sería un poco más fácil, pero la travesía es fuerte. Lo que uno vive en el camino es bastante desgarrador”, relata el padre de familia.