En la tradición de la Iglesia Católica se tiene noticia de una santa llamada Cleopatra, cuya fiesta se celebra cada 19 de octubre junto a San Varo. Ella le hizo un fuerte reclamo a este santo tras perder a su hijo. Es entonces que tuvo una especial "visión", en la que se le reveló la misión de los "soldados de Cristo".
En el libro Vidas de los santos del P. Alban Butler (1710-1763), un importante historiador que escribió biografías de numerosos santos, se relata que en Egipto, siendo Maximino (aprox. 173-238 d.C.) emperador romano, vivió San Varo. Él era un soldado que visitó y dio comida a siete monjes prisioneros. Cierto día uno de ellos murió y él decidió tomar su lugar. Por eso San Varo fue sometido a diversos tormentos y terminó muriendo mártir junto a los monjes.
Santa Cleopatra tomó devotamente el cuerpo del santo, lo escondió y lo enterró en Adraha, una ciudad antigua al este del lago Tiberíades. La tumba se convirtió en lugar de peregrinación.
La santa tenía un hijo muy querido llamado Juan, que quería ser soldado. Ante esto, ella decidió construir una Basílica en honor al militar San Varo y puso a su hijo bajo su protección. Sin embargo, algo terrible estaba por suceder.
El día en que se dedicó el templo a San Varo y se trasladó el cuerpo del santo hasta el altar, Juan murió. La santa pasó largas horas quejándose. En su dolor le pedía a Dios que resucite a su pequeño y le recriminaba a San Varo su falta de gratitud.
Entonces Santa Cleopatra cayó en un sueño profundo y tuvo una visión. Vio a su hijo junto a San Varo. En sueños, ella se arrojó a los pies del santo, en actitud de súplica. Él la miró y le increpó su falta de confianza. Además, le recordó todo lo que había hecho para que Juan gozase de salud y de una buena carrera.