La Dirección Nacional de las Obras Misionales Pontificias en España tiene registrados más de 10.000 misioneros españoles repartidos por todo el mundo, entre ellos, 4 cardenales y 85 obispos, de los cuales 32 son eméritos.
Estos prelados están presentes en diferentes naciones, sobre todo en Hispanoamérica. En Perú, país donde hay más de 600 misioneros españoles, se encuentran 6 obispos eméritos. En las vastas tierras de Brasil, 4 extienden la Palabra de Dios.
Por su parte, tres obispos eméritos españoles pastorean en Bolivia, Ecuador y Venezuela. En Argentina y Estados Unidos, 2 en cada país. El resto se reparte, uno a uno, entre Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Panamá, Paraguay, Puerto Rico y Zimbabue.
Uno de los casos más paradigmáticos es el del Obispo Emérito de Palencia (España), Mons. Nicolás Castellanos, OSA, que el 4 de septiembre de 1991, con tan sólo 56 años de edad, presentó su renuncia a San Juan Pablo II para hacerse misionero en Bolivia, donde lleva más de tres décadas.
Nació en 1935, un año antes del estallido de la Guerra Civil española, siendo el pequeño de los hijos de un labrador y minero, Severiano, y una ama de casa, Ángela. Ingresó adolescente en la Orden de los Agustinos. Tras realizar estudios de Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma y en el Instituto Teresiano de Espiritualidad, fue ordenado sacerdote en 1959.
En conversación con ACI Prensa, Mons. Castellanos explica que “ser misionero forma parte de la vocación del bautizado” y que tenía esa vocación desde antes de recibir la consagración episcopal en 1978. “Como obispo sentí la llamada de Dios de poner en práctica lo que había predicado toda la vida. Es decir, la opción por los pobres”.