El 16 de octubre de 1931, San Josemaría Escrivá de Balaguer tuvo una experiencia espiritual que le sirvió para ahondar en la realidad de ser hijo de Dios, según se recoge en el libro El fundador del Opus Dei (I), de Andrés Vázquez de Prada.
De aquella jornada, el diario del sacerdote refleja que se encontraba en Atocha, al sur de la ciudad de Madrid, y compró un periódico. Deseaba orar, pero no lo había conseguido tras la celebración de la Misa y decidió tomar el transporte público. Entonces, “sentí afluir la oración de afectos, copiosa y ardiente. Así estuve en el tranvía y hasta mi casa”, escribió.
Vázquez de Prada recuerda que, preguntado más adelante por ese día, San Josemaría aseguró que había experimentado “la oración más subida” de su vida mientras viajaba en el tranvía.
“Sentí la acción del Señor, que hacía germinar en mi corazón y en mis labios, con la fuerza de algo imperiosamente necesario, esta tierna invocación: Abba! Pater! Estaba yo en la calle, en un tranvía [...]. Probablemente hice aquella oración en voz alta”, describe el santo fundador.
“Y anduve por las calles de Madrid, quizá una hora, quizá dos, no lo puedo decir, el tiempo se pasó sin sentirlo. Me debieron de tomar por loco. Estuve contemplando con luces que no eran mías esa asombrosa verdad, que quedó encendida como una brasa en mi alma, para no apagarse nunca”, prosiguió.
Según detalla Vázquez de Prada, en un fragmento de su obra publicado por el sitio web del Opus Dei, “en aquella jornada percibió, en la hondura misteriosa de la filiación divina, el alcance de aquella asombrosa realidad”.