Fundada en 1958, la Hospitalidad Nuestra Señora de Lourdes de Madrid realiza esta semana su peregrinación número 100, una visita que desde hace décadas realizan juntos enfermos y voluntarios para encontrarse con Cristo de la mano de la Virgen.
Así lo inició un grupo de mujeres a mitad del siglo pasado, y hoy es una asociación dependiente del Arzobispado de Madrid que moviliza a centenares de personas dos veces al año.
A lo largo de las tres primeras décadas, hasta comienzos de los años 90 del pasado siglo, se peregrinaba una sola vez al año, en mayo. Desde entonces, salvo durante la pandemia por covid, se acude también en el mes de octubre a la gruta de Massabielle, donde la Virgen se presentó por primera vez a la pequeña Bernadette Soubirous el 11 de febrero de 1858.
Las peregrinaciones actualizan ese primer encuentro con la Virgen, quien se presentó en el dialecto local que podía entender la joven entonces analfabeta, como “Que soy era la Inmaculada Concepciou”, inscripción que permanece a los pies de la imagen que hoy se venera en el Santuario.
Durante los primeros años, los peregrinos de la Hospitalidad de Madrid se desplazaban hasta Lourdes en el conocido como “tren de la esperanza”, luego cambiado por modernos autobuses que permiten una mayor comodidad a los peregrinos, en especial a los que tienen problemas de movilidad.
Íñigo Baldasano es miembro de la Hospitalidad y peregrinó como camillero por primera vez cuando tenía 19 años, junto a su hermana, en octubre de 1991. Les animó su madre, que había peregrinado unos meses antes.