El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, se sumerge en su carta semanal en las lecturas del XXVII Domingo del Tiempo Ordinario que propone una enseñanza basada en la realidad de la cosecha de la vid.
La primera lectura de este domingo “alude a la viña como el campo fértil de los amores del dueño” en la que, pese a los cuidados, “dio agrazones” en vez de uvas. Mons. Fernández expone que este es el lamento de Dios “ante los frutos de nuestra vida, un lamento que nos llama a la conversión”.
A pesar de los dones recibidos por parte del Señor, “muchas veces damos uvas amargas de esas que se escupen nada más entrar en la boca” y, en consecuencia, la viña es abandonada al no dar lo esperado y “se convierte en un erial, donde crecen las zarzas y los cardos”, prosigue el Prelado.
“Es lo que pasa en nuestra alma cuando no correspondemos a los dones de Dios, a sus gracias contínuas. El alma se convierte en un erial”, señala Mons. Fernández, que sitúa el remedio a esta sequedad espiritual “en volver a Dios y pedirle que se apiade de nosotros”.
La perícopa tomada del Evangelio correspondiente a este domingo, por otro lado, usa la imagen de la viña “para hablar del dueño y de su heredero y para escenificar el drama de la redención”.
El Prelado refiere que históricamente sucede que, ante el don de la creación, “muchas veces el hombre se apropia de lo que no es suyo, lo extorsiona, lo estropea, lo usa egoístamente y lo destruye. De fondo está el pecado que tiene a toda la creación sometida a esclavitud”.