La Oficina de Prensa del Vaticano publicó este 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco titulada Laudate Deum (Alaben a Dios) sobre la crisis climática.
En el texto, de poco más de 12 páginas (en español), el Santo Padre recuerda que han transcurrido ocho años desde que apareció su encíclica Laudato si' (Alabado seas) en 2015, sobre el cuidado de la casa común, y que escribe esta nueva exhortación ante la falta de “reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre”.
La crisis climática global
Laudate Deum está dirigida "a todas las personas de buena voluntad". Tiene 73 numerales y está dividida en 6 secciones, la primera de las cuales se titula La crisis climática global. En esta el Pontífice afirma: “Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos”.
“Es verdad que no cabe atribuir de modo habitual cada catástrofe concreta al cambio climático global. Sin embargo, sí es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos”, agrega.
Tras señalar que hay quienes pretenden “burlarse de esta constatación” o buscan “ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global”, el Santo Padre lamenta que también existan quienes “responsabilizan a los pobres porque tienen muchos hijos y hasta pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados. Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres”.