17 de diciembre de 2024 Donar
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El Papa Francisco publica la nueva exhortación Laudate Deum sobre la crisis climática

Papa Francisco/ Crédito: María Testino / ACI Prensa

La Oficina de Prensa del Vaticano publicó este 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco titulada Laudate Deum (Alaben a Dios) sobre la crisis climática.

En el texto, de poco más de 12 páginas (en español), el Santo Padre recuerda que han transcurrido ocho años desde que apareció su encíclica Laudato si' (Alabado seas) en 2015, sobre el cuidado de la casa común, y que escribe esta nueva exhortación ante la falta de “reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre”.

La crisis climática global

Laudate Deum está dirigida "a todas las personas de buena voluntad". Tiene 73 numerales y está dividida en 6 secciones, la primera de las cuales se titula La crisis climática global. En esta el Pontífice afirma: “Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos”.

“Es verdad que no cabe atribuir de modo habitual cada catástrofe concreta al cambio climático global. Sin embargo, sí es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos”, agrega.

Tras señalar que hay quienes pretenden “burlarse de esta constatación” o buscan “ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global”, el Santo Padre lamenta que también existan quienes “responsabilizan a los pobres porque tienen muchos hijos y hasta pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados. Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres”.

Luego de advertir que “en los últimos cincuenta años la temperatura aumentó con una velocidad inédita, sin precedentes en los últimos dos mil años”, el Papa Francisco refiere: “No es posible ocultar la coincidencia de estos fenómenos climáticos globales con el crecimiento acelerado de la emisión de gases de efecto invernadero sobre todo desde mediados del siglo XX”.

“Una abrumadora mayoría de científicos especializados en clima sostienen esta correlación y sólo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia”, prosigue, al tiempo que resalta que se ha visto “obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica”.

El Santo Padre afirma además que, ante esta situación, “se nos pide nada más que algo de responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo”. La crisis climática, continúa, sumada a la pandemia del covid, llevarían al Papa a insistir “hasta el cansancio” sobre dos convicciones:  “Todo está conectado” y “nadie se salva solo”.

Más sobre el paradigma tecnocrático

En la segunda sección Francisco recuerda el “breve desarrollo” que ofreció en Laudato si’ sobre el “paradigma tecnocrático que está detrás del proceso actual de degradación del ambiente. Es ‘un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla’”.

“En el fondo consiste en pensar ’como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico’. Como lógica consecuencia, ’de aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos’”, continúa.

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En ese sentido el Pontífice alerta: “El mayor problema es la ideología que subyace a una obsesión: acrecentar el poder humano más allá de lo imaginable, frente al cual la realidad no humana es un mero recurso a su servicio. Todo lo que existe deja de ser un don que se agradece, se valora y se cuida, y se convierte en un esclavo, en víctima de cualquier capricho de la mente humana y sus capacidades”.

Francisco subraya luego: “Un ambiente sano también es producto de la interacción del ser humano con el ambiente, como ocurre en las culturas indígenas y como ha ocurrido durante siglos en distintas regiones de la tierra”. “El gran problema actual es que el paradigma tecnocrático ha destrozado esta sana y armónica relación”, añade.

El Santo Padre también escribe: “La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen mayores recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos. Con la ayuda de estos mecanismos, cuando se piensa iniciar un emprendimiento con fuerte intervención sobre el ambiente y altos efectos contaminantes, se ilusiona a los pobladores de la zona hablando del progreso local que podrá generarse o de las posibilidades económicas, laborales y de promoción humana que esto significará para sus hijos”.

“Pero en realidad no parece interesarles de verdad el futuro de estas personas, porque no se les dice con claridad que detrás de ese emprendimiento quedarían una tierra arrasada; unas condiciones mucho más desfavorables para vivir y prosperar; una región desolada, menos habitable, sin vida y sin la alegría de la convivencia y de la esperanza; además del daño global que termina perjudicando a muchos más”, añade

La debilidad de la política internacional

La tercera sección lleva por título La debilidad de la política internacional. En ella el Sucesor de Pedro indica: “No es conveniente confundir el multilateralismo con una autoridad mundial concentrada en una persona o en una élite con excesivo poder”, sino que se debe hablar de “organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”.

En ese sentido, el Pontífice precisa que estas organizaciones “deben estar dotadas de autoridad real de manera que se pueda ‘asegurar’ el cumplimiento de algunos objetivos irrenunciables. De este modo se daría lugar a un multilateralismo que no dependa de las circunstancias políticas cambiantes o de los intereses de unos pocos y que tenga una eficacia estable”.

Sobre el multilateralismo, el Santo Padre asegura que esto “supone generar un nuevo procedimiento de toma de decisiones y de legitimación de esas decisiones, porque el establecido varias décadas atrás no es suficiente ni parece eficaz”.

“En este marco necesariamente se requieren espacios de conversación, de consulta, de arbitraje, de resolución de conflictos y de supervisión, y en definitiva una suerte de mayor ‘democratización’ en el ámbito global para que se expresen e incorporen las variadas situaciones. Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos”, agrega.

Las conferencias sobre el clima: avances y fracasos

En la cuarta sección, el Pontífice hace un repaso de las distintas conferencias mundiales, comenzando con la de Río de Janeiro en 1992, pasando por la COP (Conferencia de las Partes) de Copenhague de 2009 y la COP de París de 2015, esta última, un “momento significativo, porque generó un acuerdo que involucró a todos. Puede considerarse un nuevo comienzo, teniendo en cuenta el incumplimiento de los objetivos planteados en la etapa anterior”.

El acuerdo entró en vigor el 4 de noviembre de 2016 y “presenta un gran objetivo a largo plazo: mantener el aumento de las temperaturas medias globales por debajo de los 2 grados con respecto a los niveles preindustriales, intentando aun bajar a los 1,5 grados”.

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¿Qué se espera de la COP28 de Dubai?

Luego de pasar revista brevemente por las COP25 de Madrid (2019), la COP26 de Glasgow (2021) y la COP27 de Sharm El Sheikh (2022), el Papa dedica la quinta sección a lo que se espera de la COP28 de Dubai, que se realizará del 30 de noviembre al 12 de diciembre.

En la exhortación, el Santo Padre anima a terminar “de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, ‘verde’, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos” y expresa su esperanza de que quienes “intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas”.

Las motivaciones espirituales

La sexta y última sección se titula Las motivaciones espirituales. En ella, Francisco señala: “La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres, pero hoy nos vemos obligados a reconocer que sólo es posible sostener un ‘antropocentrismo situado’. Es decir, reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas, porque ’todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde’”.

“Invito a cada uno a acompañar este camino de reconciliación con el mundo que nos alberga, y a embellecerlo con el propio aporte, porque ese empeño propio tiene que ver con la dignidad personal y con los grandes valores. Sin embargo, no puedo negar que es necesario ser sinceros y reconocer que las soluciones más efectivas no vendrán sólo de esfuerzos individuales sino ante todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional”, alienta el Pontífice.

“‘Alaben a Dios’ es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo”, concluye el Papa Francisco.

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