En el Ángelus de este domingo 1 de octubre, el Papa Francisco remarcó la diferencia entre los pecadores y los “corruptos”. Advirtió que para el pecador “hay siempre esperanza de redención”, mientras que para el corrupto e hipócrita, “es más difícil”.
Desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio del día, que habla de dos hijos a los que el padre les pide ir a trabajar en la viña (cfr Mt 21,28-32).
“El primero responde inmediatamente ‘sí’, pero luego no va. El segundo, en cambio, al inicio se opone, pero luego lo piensa bien y va”, recordó el Pontífice.
El Santo Padre destacó que ambos comportamientos muestran la sinceridad que tienen “frente a uno mismo” y puntualizó que el primero de ellos “se esconde detrás de un falso asentimiento que esconde su pereza”.
“Se escabulle sin conflictos, pero engaña y desilusiona a su padre, faltándole el respeto de peor forma de lo que habría hecho un franco ‘no’”, advirtió.
Para el Papa Francisco, “el problema de un hombre que se comporta así es que no es solo un pecador, sino también un corrupto, porque miente sin problemas para cubrir y camuflar su desobediencia, sin aceptar algún diálogo, o enfrentamiento honesto”.