El 23 de septiembre la Iglesia celebra a San Pío de Pietrelcina, más conocido como el santo de los estigmas. Un día recibió la visita del Divino Niño Jesús, y el santo le ordenó luego a una de sus hijas espirituales que había presenciado el hecho que no dijera nada de lo ocurrido.
En el sitio padrepio.it, una de las webs oficiales dedicadas a la devoción al Padre Pío, se presenta el testimonio de Lucía Ladanza, considerada una de las hijas espirituales del santo, porque la guió en su itinerario espiritual desde pequeña.
En la Nochebuena del 24 de diciembre de 1922, ella se encontraba en la sacristía con otras tres mujeres esperando que sean las 12 de la noche para participar en la Eucaristía que debía presidir el Padre Pío.
Lucía permanecía firme rezando el Santo Rosario, mientras que las demás se dormían. En eso vio venir al sacerdote.
El Padre Pío se detuvo cerca a una ventana y, envuelto en una luz celestial, se le apareció el Niño Jesús, quien se cobijó en los brazos de su fiel servidor. Entonces, el fraile contempló al pequeño con el rostro iluminado y radiante.
Al término de la visión mística, el sacerdote cayó en la cuenta de que Lucía lo miraba desconcertada. Por ello se acercó y le preguntó qué era lo que había visto. Ella le respondió: “Padre, lo vi todo”. Entonces, el Padre Pío le ordenó: “¡No digas nada a nadie!”.