En la tarde de este viernes 22 de septiembre arrancó el 44º viaje apostólico del Papa Francisco a Marsella, la ciudad francesa golpeada por la crisis migratoria donde participará en la conclusión de los Encuentros del Mediterráneo.
Poco después de las 5 de la tarde, las campanas de la imponente Basílica de Notre Dame de la Garde , situada en lo alto de la ciudad, repicaban ante la llegada del automóvil del Papa Francisco para participar en una oración mariana con el clero diocesano, donde le esperaban 250 personas.
El Santo Padre ingresó en el templo en silla de ruedas mientras el coro entonaba cantos en francés. Tras unos emotivos instantes de oración en silencio ante la imagen de la Virgen María, el Pontífice escuchó las palabras de bienvenida del Cardenal Jean-Marc Aveline, Arzobispo de Marsella. El Santo Padre le contestó con algunas palabras en francés y ambos protagonizaron un momento alegre y distendido.
Posteriormente, tras las lecturas, dirigió su primer discurso al clero de la ciudad. El Papa Francisco mostró su alegría por haber comenzado su visita a Marsella con un momento de oración y recordó la historia de esta imponente Basílica, que “no fue fundada para recordar un milagro o una aparición particular”.
Destacó que fue construida “porque, desde el siglo XIII, el santo Pueblo de Dios buscó y encontró aquí, en la colina de La Guarda, la presencia del Señor a través de los ojos de su Santa Madre”.