Mons. José Antonio Eguren, Arzobispo de Piura en el norte del Perú, afirmó que el pecado es “un acto suicida” y advirtió que éste siempre tiene consecuencias.
En la homilía de la Misa que presidió este domingo en la Catedral de Piura, el Prelado peruano explicó que “el pecado busca hundirnos en la muerte espiritual y en la infelicidad, y es en el fondo un acto suicida, porque a través de él, el ser humano rechaza a Dios-Amor, su principio y fundamento, su origen y su fin”.
A continuación, Mons. Eguren resaltó que “todo pecado, por más personal e íntimo que parezca, siempre tiene consecuencias sociales e incrementa en el mundo las fuerzas de la muerte y de la destrucción, lo que denominamos el mysterium iniquitatis (misterio de la inequidad), el cual no puede comprenderse sin referencia al misterio de la redención, al mysterium paschale (misterio pascual) de Jesucristo”.
El Arzobispo resaltó luego que “sin Dios, el ser humano se desvanece, no se comprende a sí mismo, se hunde en la mentira existencial creyéndose aquello que no es, desatándose en su interior una serie de conflictos y contradicciones, que después proyecta negativamente a los demás, a su vida social, e incluso a la creación”.
De ese modo, “alejado de Dios y de sí mismo, el pecado provoca, además, de manera inevitable, una ruptura del hombre en sus relaciones con sus hermanos y con el mundo creado. No por algo, después del pecado original, el siguiente pecado que narra el libro del Génesis es el fratricidio: Caín, que mata por envidia a su hermano Abel (ver Gen 4, 8)”.
Mons. Eguren recuerda asimismo que “uno de los grandes males de nuestro tiempo es haber perdido el sentido del pecado” y que el Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 1849 lo define como “una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana”.