MADRID,
El Arzobispo de Toledo, Mons. Antonio Cañizares Llovera, aseguró que admitir como “matrimonio” la unión entre personas del mismo sexo no es sólo la perversión del lenguaje sino también de la verdad de las cosas, la destrucción del matrimonio y un “verdadero suicidio social”.
Después de que la mayoría de los grupos parlamentarios han instado al Gobierno, mediante una proposición no de ley, a que acelerase la aprobación del mal llamado "matrimonio" de personas del mismo sexo y la promesa del Ministro de Justicia de aprobarla antes del próximo enero, el Arzobispo de Toledo ofreció una declaración en la que advirtió la gravedad de lo que esta medida supone.
“La unión entre personas del mismo sexo no ha sido nunca, ni es, ni puede ser matrimonio. Será otra cosa, pero nunca matrimonio. Admitir estas uniones como matrimonio supone no sólo una perversión del lenguaje, sino también, y sobre todo, una perversión de la verdad de las cosas, y una destrucción, en consecuencia de la verdad de lo que es el matrimonio en su realidad más propia. Se lleva a cabo con esta disposición un grave daño al hombre ya la sociedad, que se sustentan en la verdad del matrimonio”, aseguró.
El Primado de la Iglesia en España recordó en su carta que “ el matrimonio es única y exclusivamente la unión con vínculo indisoluble entre un hombre y una mujer, libremente contraído y públicamente afirmado, cuya misión específica es desarrollar una auténtica comunidad de personas, transmitir la vida y garantizar la educación y la trasmisión de valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos”.
Tras llamar la atención sobre el contraste entre lo expresado recientemente por el Papa Juan Pablo II al nuevo Embajador ante la Santa Sede y la decisión del Ejecutivo, Mons. Cañizares subrayó el sin sentido y la ausencia de necesidad de la nueva ley, “a no ser que lo que se pretenda con ella sea introducir en nuestra sociedad un nuevo marco de valores y referencias con respecto a la persona, la sexualidad, el matrimonio y la familia, con graves consecuencias en el ámbito personal, familiar y social”.
“Lo que se hace en esta iniciativa es atentar, por un lado, al bien común, que prescribe el cuidado de los más necesitados y débiles -los niños- y, por otro, a la libertad de muchas personas a las que se quiere imponer una minoritaria y errónea visión del ser humano y de las relaciones interpersonales. Esta agresión al bien común y a la libertad de las personas es de tal profundidad que su aceptación por parte de la sociedad significaría un verdadero suicidio social”.