Mons. Stanislaw Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, resaltó que la beatificación de toda la familia Ulma, martirizada por los nazis por esconder a un grupo de judíos, resalta la necesidad de respetar la vida de todo ser humano.
En un texto enviado a ACI Prensa por la Embajada de Polonia en Caracas y publicado por la revista mensual polaca Wszystko co najważniejsze, el también Arzobispo de Poznan destaca que “la beatificación de la familia Ulma recuerda al mundo la necesidad de respetar la vida de todo ser humano y de ser firmes en la defensa de los valores”.
Para Mons. Gadecki, esa beatificación recuerda el valor del matrimonio como unión de un hombre y una mujer, abiertos a la vida; y es “una afirmación del valor de la vida desde el momento de la concepción y un recordatorio del mandamiento de amar al prójimo hasta la voluntad de dar la vida por los amigos”.
“Quizá en el secularizado mundo occidental pueda sorprender el hecho de que unos padres estuvieran dispuestos a arriesgar no sólo su propia vida, sino también la de sus hijos, para salvar a personas de otra nacionalidad y otra religión”, continuó el Prelado.
Esta actitud, sin embargo, “surge del arraigo en el cristianismo que aún caracteriza a la cultura polaca. Tal actitud fue adoptada también por otros santos polacos: San Maksymilian Kolbe, el beato Cardenal Stefan Wyszyński, el sacerdote beato Jerzy Popiełuszko, el Santo Juan Pablo II”, agregó.
La familia Ulma, del pueblo de Markowa en el sur de Polonia, fue asesinada por los nazis el 24 de marzo de 1944 por ocultar a un grupo de judíos. Acogió, desde diciembre de 1942, a Saul Goldman con sus hijos Baruch, Mechel, Joachim y Mojżesz, y a las dos hijas y a la nieta de Chaim Goldman: Gołda Grünfeld y Lea Didner, acompañada por su hija Reszla.