Cuenta la Biblia que Moisés no pudo entrar en la Tierra Prometida, pero pudo verla desde un monte y murió. En ese preciso lugar, ahora se eleva una Basílica, donde los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa realizaron una especial celebración por quien sacó a los israelitas de la esclavitud en Egipto.
Aunque no se conmemora en toda la Iglesia universal, la fiesta de San Moisés es cada 4 de septiembre. Este profeta y patriarca fue quien, tras salir de Egipto, guió al pueblo por el desierto, entregándole los mandamientos de la ley de Dios.
El libro del Deuteronomio indica que “Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró todo el país”.
Yahvé le indicó, además, que eso que veía era la tierra que prometió con juramento a Abraham, Isaac y Jacob. Sin embargo le recordó que no entraría en ella.
“Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto. Él mismo lo enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado”, precisa la Escritura.