El Papa Francisco afirmó que los gobiernos y las instituciones seculares “no tienen nada que temer de la acción evangelizadora de la Iglesia, porque no tiene ninguna agenda política que sacar adelante, sino que sólo conoce la fuerza humilde de la gracia de Dios y de una Palabra de misericordia y de verdad, capaz de promover el bien de todos”.
Este sábado 2 de septiembre, el Papa Francisco mantuvo un encuentro con los obispos, sacerdotes, misioneros, consagrados, consagradas y agentes pastorales de Mongolia en la Catedral de San Pedro y San Pablo de Ulán Bator.
En este templo, cuya estructura evoca la vivienda típica de los nómadas mongoles, el Papa Francisco dirigió un discurso de esperanza y animó a los religiosos del país a “gastar la vida por el Evangelio” con sencillez y sin miedo “a pesar de los números reducidos”.
Pasadas las 16:00 horas, antes de ingresar en la Catedral, el Santo Padre entró en una yurta construida a las afueras del templo acompañado del Cardenal Giorgio Marengo, donde se reunió con la señora Tsetsege, la mujer que rescató de un vertedero una talla de la Virgen María.
En el interior de este tradicional hogar mongol, el Pontífice conversó con la mujer que encontróo esta imagen 15 años antes de que hubiera católicos en la región. Es conocida como “Madre del Cielo” y ante ella el Cardenal Giorgio Marengo consagró a la nación mongola a la Virgen María.
De camino a la Catedral, el Santo Padre se detuvo para saludar a algunos de los 2.000 fieles que le esperaban, algunos de ellos muy emocionados. Una vez en el interior de este templo de la capital mongola, escuchó atentamente el saludo de Mons. José Luis Mumbiela, Presidente de la Conferencia Episcopal de Asia Central y el testimonio de una Hermana misionera, un sacerdote y una agente pastoral.