En una conferencia de prensa desde la cripta de la Catedral Metropolitana del Divino Salvador del Mundo en El Salvador, lugar donde se encuentran los restos de San Óscar Arnulfo Romero, obispos católicos se comprometieron a “defender la dignidad y los derechos de todos los seres humanos, independientemente de su origen o estatus migratorio”.
Reunidos en El Salvador del 21 al 25 de agosto, representantes de las Conferencias Episcopales de Centroamérica, México, Norteamérica y el Caribe, acompañados por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, analizaron los escenarios migratorios con un encuentro internacional.
“Nos duele ver cómo tantas personas son víctimas de la trata, abusos y discriminación en su travesía hacia un futuro mejor y como las fronteras que deberían ser lugares de encuentro y fraternidad son símbolos de muerte y exclusión”, expresaron.
Los obispos pidieron a las autoridades un esfuerzo regional en conjunto para abordar las causas de la migración forzada y trabajar en la búsqueda de soluciones sostenibles “de tal modo que cada persona sea libre para migrar o quedarse”.
Según datos recabados por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el corredor migratorio Centroamérica-México es el más grande y crítico del mundo. Los mexicanos y centroamericanos constituyen el mayor porcentaje de inmigrantes irregulares en Estados Unidos, de los cuales los centroamericanos representan el 56% de migrantes no autorizados.
Los obispos aseguraron que como pastores de la Iglesia “reconocemos que cada persona que se ve obligada a dejar su hogar, lleva consigo una historia única y dolorosa. Detrás de cada persona que emigra forzosamente hay sueños rotos, familias separadas y vidas marcadas por el sufrimiento”.