Referentes eclesiales llaman a la pacificación ante robos y disturbios en Argentina

“Respetando las leyes tenemos que procurar el bien común cuidando a los más pobres y necesitados”, añade.

“La situación de los llamados saqueos no ayuda a nadie. Por estar fuera de la ley terminan dañando el tejido social y no favoreciendo de forma permanente los derechos de los más postergados”, considera.

Por eso, citando al Papa Francisco, asegura que “la cultura del diálogo y del encuentro junto a la amistad social son los caminos para construir en serio la Patria de hermanos que nos merecemos todas y todos los argentinos”.

“Con humildad y con respeto”, el Arzobispo alienta a los diferentes sectores políticos, sociales y religiosos del ámbito del sudeste de la provincia de Buenos Aires (región donde se ubica Mar del Plata) a colaborar tanto de forma directa como a través de los cuadros dirigenciales, “para ser instrumentos de la justicia por caminos de paz y pacificación en esta hora” de la historia.

En la misma línea se pronunció la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Mendoza, donde se registraron una serie de “robos organizados” a comercios.

Los ataques fueron promovidos mediante cadenas de WhatsApp que atemorizaron a ciudadanos y comerciantes, quienes optaron por cerrar sus puertas.

Debido a los robos y enfrentamientos con la policía hubo cerca de 60 detenidos.

Frente a este escenario, la Pastoral Social consideró oportuno “un nuevo llamado a la paz social”.

“Estamos viviendo momentos de perplejidad, de agitación, de nuevas incertidumbres, de preocupaciones por nuestro hoy y nuestro mañana”, reconoce.

“Las expresiones de pobreza, de marginación, de hambre, de soledad, de angustia y de miedo van creciendo. Tememos que se hagan crónicas”, advierte.

“Los pocos esfuerzos para superar esta realidad no alcanzan. Sufren los pobres que no pueden dar de comer a sus hijos; sufren quienes ven partir a sus hijos sin futuro; sufren quienes no pueden ver coronados sus esfuerzos y empresas con la justa retribución; sufren quienes al final del camino se encuentran con las manos vacías y jubilaciones insuficientes”, enumera.

Por ello, “se impone despertar una nueva sensibilidad ante el dolor, la injusticia, el cansancio de la población y las heridas sociales”, asegura.

En ese sentido, llama a “iniciar lo antes posible, nuevos caminos de encuentro y de diálogo sincero entre todos, así como un nuevo modo de gestionar lo público y lo privado, con propuestas creativas, generosas y concretas que ayuden a todos y nos permitan vislumbrar horizontes con esperanza”.

“Estamos llamados hoy a dar lo mejor de cada uno de nosotros desde nuestro lugar personal, familiar, social, político e institucional. No es hora de insultos, ni maltratos o descalificaciones. Es hora de verdad, de solidaridad fraterna entre los argentinos y de justicia social”, concluye, invocando a Dios “fuente de toda razón y justicia”.