CIUDAD DEL VATICANO,
Un experto revela cómo San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco enfrentaron al diablo en la Iglesia, respaldando los exorcismos y luchando contra el mal.
“El P. Gabriele Amorth ya denunciaba que en la Iglesia, en los años 80, había muchos obispos que no creían en los exorcismos ni en el demonio. Juan Pablo II, pero también Benedicto XVI y Francisco, apoyaron este ministerio de liberación a través de sus discursos contra la acción del maligno”, explica el periodista Fabio Marchese Ragona, autor del libro Exorcistas contra Satanás (Esorcisti contro satana).
En sus homilías, el Papa Francisco ha mencionado a menudo que “el diablo entra por los bolsillos”, haciendo referencia al poder de la corrupción. En este sentido, Marchese Ragona, en diálogo con ACI Prensa, recuerda su encuentro con el Pontífice para la elaboración del libro: “Nunca dialogues con el diablo, porque te ganará”, le advirtió el Santo Padre. “Te hace creer que todo es bueno, que vas a tener éxito, y luego te atrapa, caes al abismo y después es difícil volver a levantarse”, reconstruye el experto.
El vaticanista de Mediaset (televisión nacional italiana), con más de diez años de experiencia, ha escrito un libro repleto de historias de víctimas de posesión y testimonios de exorcistas que luchan contra el demonio, incluyendo una entrevista inédita al Papa Francisco en la que describe cómo el diablo siempre "intenta atacar a todos y siembra cizaña, también en la Iglesia, tratando de enfrentar a unos contra otros”.
El Pontífice admitió que él también ha sido atacado por el demonio, cuenta Marchese Ragona. “El demonio ataca a todos, pero sobre todo a quien está en la jerarquía de la Iglesia. Tentó a Jesús y también lo hace con los Papas y los obispos”.
En efecto, en el primer capítulo de la obra, Marchese Ragona narra la historia de una religiosa poseída que fue liberada y que, durante los exorcismos, con una voz demoníaca, indicaba que el demonio odiaba al Papa Francisco: “¿Has visto todo lo que le hago pasar a ese argentino?”, le decía el diablo al sacerdote. “Pero él no se va, es fuerte, demasiado para mí”.