La intolerancia de las asociaciones feministas que se apropiaron del “Foro Latinoamericano y Caribeño de Mujeres” obligó a diez asociaciones civiles a abandonar dicha cita y denunciar que el gobierno mexicano está financiando con el dinero de todos a un grupo extremista denominado “Milenio Feminista”.
Diez asociaciones se retiraron de la cita celebrada en las instalaciones del Radisson Hotel Flamingos Plaza de la Ciudad de México.
Según explicaron, en la “búsqueda de impulsar el respeto a las diferentes visiones sobre los compromisos, políticas, programas y acciones encaminadas a erradicar las desigualdades y asimetrías entre hombres y mujeres”, cuatro representantes de la sociedad civil señalaron a las organizadoras que el desarrollo del Foro era “parcial, no incluyente y por lo tanto no es representativo de las mujeres”.
La respuesta fue elocuente. La feminista Ximena Machicao lejos de escuchar a las representantes, les increpó que “no era un foro organizado por la sociedad civil ni representativo de la misma, sino un evento organizado por Milenio Feminista y distintas redes feministas latinoamericanas y caribeñas” y que en ese Foro había una posición única: “la feminista”.
La misma Machicao “señaló que no era un evento declarativo ni resolutivo y que no habría conclusiones ni un documento final, sino sólo un resumen avalado exclusivamente por las redes latinoamericanas convocantes más no por las distintas organizaciones de la sociedad civil. Señaló que en función de su autonomía, los gobiernos no intervienen en este tipo de foros; se convocan, se organizan entre ellas como organizaciones, y se financian por el gobierno anfitrión”.
Por estos motivos, las diez organizaciones cívicas –que incluyen a “Familias y Sociedad”, “Fundación Concepción Beistegui” y la “Comisión Mexicana de Derechos Humanos A.C.”-, denunciaron “el engaño del que hemos sido objeto al haber sido invitadas a un foro como sociedad civil, ‘plural, democrático e incluyente’, y que por el contrario, ha sido un foro que en el peor entendido de las libertades de expresión impulsan lenguaje que genera odio y ruptura entre las mujeres y las naciones”.