En la homilía de las Vísperas que presidió y en las que participaron los obispos, sacerdotes, diáconos, consagradas y seminaristas de Portugal, el Papa Francisco los alentó a superar el pesimismo y a echar de nuevo las redes con esperanza.
"Echar de nuevo las redes y abrazar al mundo con la esperanza del Evangelio: ¡a esto estamos llamados! No es tiempo de detenerse y rendirse, de amarrar la barca en tierra o de mirar atrás; no debemos evadir este tiempo porque nos da miedo y refugiarnos en formas y estilos del pasado. No, este es el tiempo de gracia que el Señor nos da para aventurarnos en el mar de la evangelización y de la misión", exhortó el Santo Padre en el Monasterio de los Jerónimos, ante unos 1100 asistentes.
En el saludo al comenzar el evento, Mons. José Ornelas Carvalho, Obispo de Leiria-Fátima y presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, agradeció al Santo Padre su presencia en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Lisboa 2023, "una fiesta de la Iglesia siempre renovada y joven", y le aseguró sus oraciones para que los jóvenes puedan soñar "el sueño de Dios" y "encontrar caminos de participación alegre, generosa y transformadora, en la Iglesia y en toda la humanidad".
Tras expresar que el encuentro es una muestra de la alegría del Evangelio y del deseo de ser una "Iglesia en salida", el Prelado hizo votos a fin de que la Virgen María cuide al Pontífice, "le dé salud y la luz de la alegría del Espíritu, para el servicio que le ha sido confiado en la Iglesia y el mundo".
En su homilía, el Papa reflexionó sobre el Evangelio de San Lucas en el que Jesús llama a sus primeros discípulos, algo que "cambió la vida de aquellos pescadores invitándolos a remar mar adentro y a echar las redes" aunque ellos querían guardarlas.
"A Cristo lo que le interesa es llevar la cercanía de Dios precisamente a los lugares y las situaciones donde las personas viven, luchan, esperan, a veces teniendo entre las manos fracasos y frustraciones, justamente como esos pescadores que durante la noche no habían sacado nada. Jesús mira con ternura a Simón y a sus compañeros que, cansados y amargados, lavan sus redes, realizando un gesto repetitivo, pero también lleno de fatiga y resignación: no quedaba más que volver a casa con las manos vacías", meditó el Papa Francisco.