Cada 2 agosto la Iglesia Católica celebra al amable y carismático San Pedro Fabro, cofundador de la Compañía de Jesús junto a San Ignacio de Loyola. El santo solía rezar a los ángeles que protegen a las ciudades, los lugares y las personas. ¿Cuál era la razón? Aquí te lo contamos.
San Pedro Fabro (1506-1546) tuvo que realizar diversos viajes por indicación de San Ignacio y por encargos papales, incluso en medio de un creciente movimiento protestante, en varias partes de Europa, debido a la influencia de Lutero.
El P. Pedro Fabro lograba conversiones y fortalecía a muchos en la fe no sólo con sus predicaciones y los ejercicios espirituales, sino también con su trato cariñoso y afable. Este cercano y respetuoso comportamiento le obtuvo incluso favores de los ángeles.
En el libro San Pedro Fabro del P. Ángel Peña O.A.R. se recogen algunos de los escritos del santo, en los que señala que al llegar a un lugar tenía la costumbre de pedir al Señor que le diese las gracias "para que el arcángel de ese señorío nos fuese propicio con todos los ángeles custodios de sus habitantes".
Asimismo, describió que en cierta ocasión invocó a los ángeles buenos que custodiaban a los vecinos de una casa y sintió que ello también era "conveniente y bueno" al pasar "a una nueva vecindad".
"Deseaba que los espíritus malos de algunos vecinos no nos pudieran hacer daño", precisó San Pedro Fabro.