Laudes
Por la mañana
SALUDO INICIAL
V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
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HIMNO
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SALMODIA
Ant. 1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.
Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el rey de la gloria.
¿Quién es ese rey de la gloria?
El Señor, héroe de la guerra.
¡Portones! alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el rey de la gloria.
¿Quién es ese rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el rey de la gloria.
Ant. 1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.
Ant. 2. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.
Cántico
Tb. 13, 1-10
Bendito sea Dios, que vive eternamente, y cuyo reino dura por los siglos:
él azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano.
Dadle gracias, israelitas, antes los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza, ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor, nuestro Padre por todos los siglos.
Él nos azota por nuestros delitos, pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre todas las naciones por donde estáis dispersados.
Si volvéis a él de todo corazón y con toda el alma, siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros y no os ocultará su rostro.
Veréis lo que hará con vosotros, les daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia y ensalsaréis al rey de los siglos.
Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador
Convertíos pecadores, orad rectamente en su presencia:
quizás os mostrará benevolencia y tendrá compasión.
Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo, y me alegraré de su grandeza.
Anuncien todos los pueblos sus maravillas y alábenle sus elegidos en Jerusalén.
Ant. 2. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.
Ant. 3. El Señor merece la alabanza de los buenos
Salmo 32
Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo, acompañando vuestra música con aclamaciones:
que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales,
él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano.
Tema al Señor la tierra entera, tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo y existió; lo mandó, y surgió.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres;
desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones.
No vence el rey por su gran ejército, no escapa el soldado por su mucha fuerza, nada vale sus caballos para la victoria, ni por su gran ejército se salva.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros esperaremos en el Señor:
él es nuestro auxilio y escudo, con él se alegra nuestro corazón,
en su Santo nombre confiamos.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Ant. 3. El Señor merece la alabanza de los buenos.
LECTURA BREVE
(Rm. 13, 11b. 12-13a )
Ya es hora que despertéis del sueño. La noche va pasando, el día está encima, desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad.
RESPONSORIO BREVE
V. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
V. Mi alcázar, mi libertador.
R. En que me amparo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al espíritu Santo.
R. Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo.
Ant. Nos ha suscitado el Señor una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus Santos profetas.
PRECES
Ya que hemos sido llamados a participar de una vocación celestial, bendigamos por ello a Jesús, el pontífice de nuestra fe, y supliquémosle diciendo:
Escúchanos, Señor.
- Señor Jesús, que por el bautismo has hecho de nosotros un sacerdocio real, haz que nuestra vida sea un continuo sacrificio de alabanza.
- Ayúdanos, Señor, a guardar tus mandatos para que con la fuerza del Espíritu Santo nosotros permanezcamos en ti y tú en nosotros.
- Danos tu sabiduría eterna para que permanezca con nosotros y con nosotros trabaje.
- Concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean y fuente de esperanza para los decaídos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó: Padre Nuestro...
ORACION
Escucha, Señor, nuestra oración matutina con la luz de tu misericordia alumbra la oscuridad de nuestro corazón: para que, habiendo sido iluminados por tu claridad, no andemos nunca tras las obras de las tinieblas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas
Por la noche
SALUDO INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
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HIMNO
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SALMODIA
Ant. 1. El Señor de la victoria a su Ungido.
Salmo 19
Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,que te apoye desde el monte Sión:
que se acuerde de todas tus ofrendas, que le agraden tus sacrificios:
que cumpla el deseo de tu corazón, que dé éxitos a todos tus planes.
Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes:
que el Señor te conceda todo lo que pides.
Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su Santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.
Unos confían en sus carros, otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre del Señor, Dios nuestro.
Ellos cayeron derribados, nosotros nos mantenemos en pie.
Señor, da la victoria al rey y escúchanos cuando te invocamos.
Ant. 1. El Señor da la victoria a su Ungido.
Ant. 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Salmo 20
Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡ y cuánto goza con tu victoria!
le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.
Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia:
porque el rey confía en el Señor
y con la gracia del altísimo no fracasará.
Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Ant. 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Cántico
Ap. 4,11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder, porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro
Dios un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Ant. 3. Has hecho de nosotros, señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
LECTURA BREVE
(I° Jn. 3,1-2)
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
RESPONSORIO BREVE
V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
V. Tu fidelidad de generación en generación.
R. Más estable que el cielo.
V. Gloria al Padre, al Hijo, y al espíritu Santo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
PRECES
Alabemos a Cristo, que mora en medio de nosotros, su pueblo adquirido, y supliquémosle diciendo:
Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor
- Dueño y Señor de los pueblos, acude en ayuda de todas las naciones y de los que las gobierna: que todos los hombres sean fieles a tu voluntad y trabajen por el bien y la paz.
- Tú que al subir al cielo llevaste contigo una gran multitud de cautivos. Devuelve la libertad de los hijos de Dios a nuestros hermanos que sufren esclavitud en el cuerpo o en el espíritu.
- Concede, Señor, a los jóvenes la realización de sus esperanzas y que sepan responder a tus llamadas en el transcurso de su vida.
- Que los niños imiten tu ejemplo y crezcan siempre en sabiduría y gracia; acoge a los difuntos en tu reino donde también nosotros esperamos reinar contigo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre: Padre Nuestro...
ORACION
Te damos gracias, Señor Dios todopoderoso, porque has permitido que lleguemos a esta noche; te pedimos que aceptes con agrado el alzar de nuestras manos como ofrenda de la tarde. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo