Gloriosísimo Príncipe de los ejércitos celestiales San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra los principados y potestades, contra los gobernadores de las tinieblas, contra los espíritus de maldad en los aires (Efesios 6,12). Ven en auxilio de los hombres que Dios ha hecho a su imagen y semejanza, y rescatado a tan alto precio de la tiranía del demonio (Sab. 2. , I Cor. 6). Tú eres a quien venera la Santa Iglesia como su guardián y su protector, a ti te ha confiado el Señor las almas redimidas para introducirlas en la felicidad del Cielo. Ruega al Dios de Paz para que aplaste a Satanás bajo nuestros pies, a fin de despojarle de todo poder, de retener cautivos a los hombres y de perjudicar a la Iglesia. Dígnate presentar al Altísimo nuestras oraciones para que prontamente desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor, y vence a la antigua serpiente que es el diablo o Satanás, para precipitarlo encadenado a los abismos, de manera que no pueda ya jamás seducir a las naciones.
Compilado por: José Gálvez Krüger
Director de la Revista de Humanidades
“Studia Limensia”