La Virgen santa, grávida del Verbo, en alas del Espíritu camina; la Madre que lleva la Palabra, de amor movida, sale de vista.
Y sienten las montañas silenciosas, y el mundo entero en sus entrañas vivas, que al paso de la Virgen ha llegado el anunciado gozo del Mesías.
Alborozado Juan por su Señor, en el seno, feliz se regocija, y por nosotros rinde el homenaje y al Hijo santo da la bienvenida.
Bendito en la morada sempiterna aquel que tu llevaste, Peregrina, aquel que con el Padre y el Espíritu, al bendecirte a ti nos bendecía.
Amén.
Himno:
Y salte el pequeño Juan
Y
salte el pequeño Juan
en el seno de Isabel.
Duerme en el tuyo Jesús.
Todos se salvan por él.
Cuando
el ángel se alejó,
María salió al camino.
Dios ya estaba entre los hombres.
¿Cómo tenerle escondido?
Ya
la semilla de Dios
crecía en su blando seno.
Y un apóstol no es apóstol
si no es también mensajero.
Llevaba
a Dios en su entraña
como una preeucaristía.
¡Ah, qué procesión del Corpus
la que se inició aquel día!
Y,
al saludar a su prima,
Juan en el seno saltó.
Que Jesús tenía prisa
de empezar su salvación.
Desde
entonces, quien te mira
siente el corazón saltar.
Sigues salvando, Señora,
a quien te logre encontrar.
Oración
Dios todopoderoso, tu que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.