Los científicos
llevan años queriendo saber cómo responde el
cerebro a la música y qué diferencias hay entre
los cerebros de los músicos y los que nunca han recibido
una formación musical. "Es indudable que existe
una biología de la música", dice el doctor
Mark Jude Tramo, un neurobiólogo de la Universidad
de Harvard. "La música es parte de la vida del
ser humano tanto biológica como artísticamente",
añade.
El cerebro crece en respuesta al entrenamiento musical, de
la misma forma que los músculos aumentan con el ejercicio
físico. El doctor Schalaug y sus colegas del Centro
Médico Beth Israel Deaconess utilizaron la resonancia
magnética para llegar a estas conclusiones. Vieron
que el cerebelo -una zona del cerebro que contiene el 70%
de las neuronas- era un 50% más grande en los músicos
que en el grupo control.
El cerebro responde directamente a las melodías. Utilizando
un escáner de Tomografía por Emisión
de Positrones (PET), se ha visto que hay un cambio en la actividad
neuronal en las zonas del cerebro implicadas en la emoción
mientras se escuchaba música. El efecto depende de
si la música resulta agradable o desagradable. "Todo
el mundo sabe que la música puede producir emociones
fuertes", dice la doctora Anne Blood, una neurocientífica
de la Universidad MacGill de Montreal.
Para interpretar las notas musicales escritas se utiliza una
zona del cerebro del hemisferio derecho que se corresponde,
en el lado izquierdo, con la zona empleada para leer las palabras
escritas. Los investigadores han comprobado que la música
afecta a la actividad neuronal independientemente de las culturas
y de los distintos gustos musicales que se tengan. "Hemos
comprobado que la armonía, la melodía y el ritmo
tienen diferentes patrones de actividad cerebral", dice
el neurólogo Lawrence Parsons, de la Universidad de
Texas, en San Antonio, Estados Unidos. "Implican tanto
al lado derecho como al izquierdo del cerebro", añade
Parsons. La melodía parece afectar a ambos hemisferios
cerebrales, mientras que la armonía y el ritmo activan
más el lado izquierdo que el derecho del cerebro.
Desde que el Dr. Sperry y su equipo investigó las distintas
funciones de los hemisferios cerebrales, se sabe que la mayor
emisión de ondas Alfa produce un estado de concentración
relajada que permite aprender a mayor velocidad, con menos
tensiones y con mayor retención de la información
en la memoria. La música con un compás de un
segundo aproximadamente provoca esta mayor emisión
de ondas Alfa. (*)
Muchos estudiantes dicen que no pueden estudiar sin la radio
o la TV encendida. Hay que decir que aprenden a pesar de la
música. El ruido y la música de otros ritmos
distintos al señalado provoca una reacción contraria
a la atención y concentración relajada. Sentir
la necesidad de escuchar alguna música es un puro condicionamiento.
Pero escuchar música suave y tranquila, favorece verdaderamente
el descanso y la concentración. Disfrutar de esta música
es cosa de hábito. Si te cuesta, empieza de a poco.
Apaga el televisor y escucha música suave mientras
lees o estudias.
Cuida las vibraciones que te rodean. Elige bien los colores,
la música y también a las personas a tu alrededor.
Tomado
de la lista "Hacer Familia"