En muchas ocasiones
los padres, con un gran deseo de que el niño esté
bien nutrido, hacen de la hora de la comida el momento de
más tensión en el hogar, con angustia, ansiedades
y reproches a la conducta del niño frente al alimento.
Los niños tienen la sabiduría natural frente
a sus necesidades fisiológicas. Se come por necesidad,
no por obligación.
El hambre, que es la normal demanda
del alimento, es diferente al apetito que es el normal deseo
de satisfacer el gusto. La conducta alimenticia necesita una
guía y nadie mejor que la madre para valorar este hecho
de gran importancia en el crecimiento físico y emocional
del hijo. Ante el problema señalado existen varios
manejos:
- La hora de la comida debe ser agradable y necesaria para
el niño.. Evitar que se condicione al castigo si no
concluye el plato
- Ayude al niño ante la percepción de la comida. Sírvale en el plato más grande la misma cantidad de comida a modo que perciba poca comida dentro de su plato.
- Puede motivarle el poner la mesa, dejar que él mismo se sirva, y que decida y tenga autonomía sobre sus gustos alimenticios.
- Siempre que puedas permítale que coma con los padres para que se apropie de los hábitos alimenticios de su familia, asimilando la conducta y modelos de ésta.
- Permitirle escoger su menú puede influir en el éxito o fracaso de su alimentación. El éxito no significaría solamente que los alimentos ingresen al niño, sino el desenvolvimiento natural y saludable de la criatura al alimentarse.
- No permitirle complacencias y exquisiteces. Eso sólo ubicaría a usted y a su hijo dentro de otro problema. La hora de la comida tiene un lugar, un tiempo y un fin claro y necesario.
No pretenda que el niño coma la misma cantidad de alimento que vosotros. Deje que él decida y coma la cantidad de comida que necesita para satisfacer su hambre y desarrollar de forma sana sus gustos. Si el problema se hace crónico y llega a crear malestar emocional sin soluciones en la familia, por favor consulte un especialista.
Tomado de www.cucutras.com