"En situaciones ambientales perjudiciales a una mejora personal, resiste las influencias nocivas, soporta las molestias y se entrega con valentía en caso de poder influir positivamente para vencer las dificultades y para acometer empresas grandes."
Es la virtud de los enamorados, de los convencidos, de aquellos que por un ideal que vale la pena son capaces de arrastrar los mayores riesgos, del que sin desconocer lo que vale su vida la entrega gustosamente, si fuera preciso, en aras de un bien mas alto,
Podríamos pensar que en los tiempos modernos no hay muchas posibilidades para desarrollar esta virtud. No quedan posibilidades de encontrar aventura porque todo está hecho, todo está descubierto, todo está organizado.
No se trata de realizar actos sobrehumanos: de descubrir zonas del Amazonas nunca pisadas por el hombre; de salvar a cincuenta niños de un incendio. Mas bien se trata de hacer las pequeñas cosas de cada día una suma de esfuerzos y actos viriles, que pueden llegar a ser algo grande, una suma de amor.
Ser extraordinarios en lo ordinario
Nuestros hijos necesitan saber que su vida sirve para algo; que, aunque tienen muchas miserias y su vida parece de poco valor, cada persona tiene una misión intransferible de glorificar a Dios. Puede y debe amar, salir de sí, servir a los demás, superarse personalmente para trabajar mejor
La persona que no quiere mejorar, que es egoísta, no tiene motivos para desarrollar la fortaleza porque es indiferente al bien.
La fortaleza es la virtud de los adolescentes porque, por naturaleza, son personas de grandes ideales, que quieren cambiar el mundo.
Si los jóvenes no encuentran cauces para estas inquietudes, si sus padres no los guían a aplicar estas fuerzas para el bien, ellas mismas pueden destruir en lugar de construir.
Si enseñamos a nuestros hijos a esforzarse, a dominarse pero no les enseñamos lo que es bueno, pueden acabar buscando lo malo con una gran eficacia.
Tradicionalmente se ha dividido la virtud de la fortaleza en dos partes:
Resistir y acomoter.
En contra de lo que comúnmente se cree, resistir en mas difícil que acometer, "es mas penoso y heroico resistir a un enemigo que por el hecho mismo de atacar se considera mas fuerte y poderoso que nosotros, que atacar a un enemigo quien por lo mismo que tomamos la iniciativa contra él, consideramos más débil que nosotros.
En la actividad cotidiana vemos que hay que resistir algunas molestias y al hacerlo, ya sabemos con claridad que va a resultar en nuestro propio bien (ej. Tomar un medicamento). Y hay otras molestias, que si no las resistimos, van a actuar perjudicialmente para una mejora personal. (resistir el cansancio y la rutina producidos por la asistencia a la escuela con horarios fijos)
Requiere menos esfuerzo resistir aquellas molestias que sabemos que van a resultar en nuestro propio bien. Cuando la finalidad es clara es mas fácil resistir las molestias. Es con este tipo de resistencia con la que podemos comenzar a educar a los niños pequeños en la virtud de la fortaleza. Aunque los niños pequeños viven el presente y es muy probable que un niño de seis años no acepte una inyección, aguantando sin quejarse aunque supiera que así se va a curar de una enfermedad.
Por eso no solo hay que buscar la motivación del estilo causa y efecto, sino también reforzar esa motivación con otras de acuerdo con la situación y características del niño. Ej: Dos niños juegan con algo que hace bastante ruido, justo cuando el bebé que no duerme bien, por fin de ha dormido. Su mamá les dice: "No jueguen a esto porque van a despertar al bebé". En este caso se ve que esta pidiendo a los niños que resistan a algo que puede tener una consecuencia desfavorable par otros. Otro enfoque sería sugerir concretamente otro juego que pueden realizar los niños y explicar que así el bebé puede dormir. El primer caso requiere más esfuerzo por parte de los hijos el segundo menos
En el caso anterior los hijos deberían captar cómo en un esfuerzo que han hecho al servicio del hermanito o de la mamá se está relacionando el saber resistir con el amor, con la capacidad de amar.
Muchas veces los hijos resisten las dificultades y tentaciones por subordinación a las reglas establecidas por la autoridad de los padres, pero es necesario que estos buenos hábitos tengan sentido para los hijos. Cuando los chicos renuncian a algo atractivo por un bien mayor, y lo hacen por propia iniciativa y voluntad, esta virtud está en un camino seguro de desarrollo.
Mas difícil resulta que nuestros hijos aprendan a resistir molestias y dificultades que no tienen como consecuencias unos beneficios claros, sino que lo único que se obtiene como consecuencia es mantenerse en la misma situación, no empeorar. Ej: un chico está por iniciar una pelea con otro, sus impulsos internos lo empujan a pelear, si resiste sus impulso y no pelea no obtendrá ningún bien concreto, pero si no los resiste y pelea puede esto resultar sumamente perjudicial.
En la vida familiar existen posibilidades de cultivar este buen hábito, por ejemplo con las exigencias preventivas. Ej: Exigimos a nuestro hijo de 5 años que no cruce la calle solo por si acaso lo pudiera atropellar un auto. En este mismo sentido los niños mayores deben aprender por si mismo lo que les puede dañar, lo que influir perjudicialmente y, en consecuencia establecer sus propias reglas adaptadas a su situación real.
Ejemplo: Miedo a la oscuridad. Se espera que los hijos pongan algo de su parte, pero de acuerdo a sus posibilidades. No se trata de protegerlos para que no lleguen a tomar contacto con el objeto de su temor, sino graduar el contacto, ofreciendo la ayuda necesaria para superar las dificultades. Evitar los extremos como exigir que duerma solo en un lugar oscuro, enviarlo a cumplir un encargo en un lugar solitario y oscuro, o bien permitir que duerma con la luz encendida toda la noche. Debemos mostrar confianza en el, ayudarle con cariño, explicarle la situación y hacerlo esforzarse gradualmente. Ej: Si está acostumbrado a dormir con la luz encendida, apagar la luz del dormitorio y dejar encendida la del pasillo. Luego apagar esa luz pero estar en un lugar donde pueda oír nuestras voces, etc.
Es posible educar esta virtud a posteriori. Después de haber vivido una molestia o soportada una dificultad, ayudarle a superarlo.
Quejarse y permitir que los hijos se quejen es crear un ambiente en contra del sentido de la fortaleza. Esta es una costumbre muy difundida en nuestra época. La fortaleza supone aceptar lo que nos ocurre, no pasivamente, con deseos de sacar algo bueno de las situaciones dolorosas.
Los tres vicios que se oponen a la fortaleza son el temor, la osadía y la indiferencia.
Son indiferentes las personas que, por no reconocer su deber de mejorar o por no reconocer o querer enterarse de las influencias perjudiciales, adoptan una actitud pasiva, cómoda o perezosa.
Existe una tendencia en algunos padres a proteger y sustituir a los hijos en los esfuerzos que deberían realizar ellos, de tal modo que los hijos no aprenden más que a recibir. Estos padres están criando a un futuro indiferente.
Para que los hijos no lleguen a ser indiferentes en la vida, habrá que exigirles esfuerzo desde muy pequeños; esfuerzo en resistir (desde el bebé que llora por capricho hasta el adolescente que se pone de mal humor porque algún amigo lo ha hecho enojar)
También hace falta paciencia que es "la virtud que inclina a soportar sin tristeza de espíritu ni abatimiento de corazón los padecimientos físicos y morales". Los vicios contrarios son la impaciencia y la insensibilidad.
La educación de la fortaleza (segunda parte)
El acomoter
En el último programa hablamos de uno de los aspectos de la fortaleza (el resistir) hoy tocaremos otro aspecto fundamental EL ACOMETER.
1. Para poder atacar o iniciar alguna acción que requiera un esfuerzo prolongado se necesita fuerza física y moral. Por esto los deportes siempre se han relacionado con la virtud de la fortaleza.
2. Dominar el cansancio y la fatiga prepara a la persona para emprender acciones que repercuten directamente en bien de los demás o en la glorificación de Dios.
3. El deporte ofrece ocasiones muy propicias porque existe una motivación inmediata (llegar a la cumbre de una montaña, ganar el partido, terminar la carrera, mejorar el propio rendimiento, etc.)
4. Si una persona no es capaz de superarse en el esfuerzo físico difícilmente podrá superarse en el camino de la ascética (en el camino para acercarse a Dios).
5. No siempre la relación entre el deporte y la fortaleza es directa. También se puede recurrir a acciones como campamentos, levantarse a la hora prevista sin vacilar, duchas frías, ir caminando al trabajo o la escuela.
6. Es conveniente enseñar a los hijos a aguantar las inclemencias y apetitos sin quejarse, etc.
7. Las madres deberían cuidar de no abrigar en exceso a los niños, de dejarlos salir aunque haga frío, enseñarles a soportar el hambre o sed sin quejarse, etc.
8. Para poder alcanzar un bien, se necesita tener "iniciativa", decidir, y luego llevar a cabo lo decidido aunque cueste un esfuerzo importante. 9. Para captar las posibilidades de una situación hace falta una cierta "sensibilidad", que actúa como chispa o detonante de esa iniciativa. Si la persona es indiferente carecerá de esta sensibilidad e iniciativa necesarias para descubrir y alcanzar un bien.
10. Esta sensibilidad para la iniciativa se puede fomentar en los hijos. Se trata de una capacidad de imaginar sin soñar. No hay que resolver los problemas que pueden resolver los chicos por su cuenta, ni tampoco de descubrir los problemas cuando ellos pueden descubrirlos por si mismos. Es mejor sugerirles que encuentren una solución a ese problema, y luego volver a preguntarles para ver si encontraron una solución.
11. Es mas fácil que los niños se entusiasmen y actúen para conseguir un bien, a que logren entusiasmarse con combatir una situación negativa. 12. Si lo que se va a combatir es una situación de injusticia, de fraude o falsedad, hay que reconocerla sin escandalizarse pero permitiendo que el fuego que hay dentro de cada uno crezca de un modo controlado. No bastará con quejarse pero habrá que gobernar lo osadía para que lo que se hace sea con prudencia y sin gastar esfuerzos inútilmente.
13. Se necesita valor - para no asustarse ante el enemigo -, coraje - para atacar y vencer-, constancia y aguante - para llevar el esfuerzo hasta el fin -.
Algunos problemas
Existen áreas prioritarias que, muchas veces, escapan a la atención de los padres.
14. Es conveniente brindar a los hijos no sólo la posibilidad de lograr objetivos con esfuerzo, sino que aprendan a resistir.
15. Hay que estimular a los hijos para que, por propia iniciativa, emprendan caminos de mejora que supongan un esfuerzo continuo.
16. Habrá que enseñarles algunas cosas que realmente valen la pena, que "queman" por su importancia.
17. También deberemos enseñarles a tomar postura, a aceptar criterios, a ser personas capaces de vivir lo que dicen y lo que piensa. Enseñarles a ser congruentes
18. También los padres, como ejemplo para nuestros hijos, deberemos tener siempre una tendencia a la superación personal.
19. Cuando los adolescentes comienzan a tomar decisiones propias, pueden caer en la indiferencia, rechazando las opiniones y posturas de los demás pero sin ser capaces de llegar más allá del rechazo. De esta manera cualquier persona con intención puede moverlo, porque no será fuerte. Si el adolescente no tiene desarrollados los hábitos relacionados con la fortaleza, aunque quiera mejorar, no será capaz de aguantar las dificultades.
20. La fuerza interior tiene que basarse en la vida pasada.
21. Si los adolescentes son fuertes es el momento de su vida en que tienen más posibilidades de ser generosos, de ser justos, etc. Porque están movidos, por naturaleza por un fuerte idealismo.
22. El desarrollo de la fortaleza apoya el desarrollo de todas las demás virtudes.
23. La única manera de asegurarnos que los hijos sobrevivan como personas humanas, dignas de ese nombre, es llenarles de fuerza interior, de tal modo que sepan reconocer sus posibilidades, y reconocer la situación real que los rodea para resistir y acometer, haciendo de sus vidas algo noble, entero y viril.