El último libro
de Piero Ferruci, "Nuestros maestros los niños"
ya ha sido traducido a 11 idiomas. Allí él dice:
"Ha hecho falta tiempo, pero al final me he dado cuenta:
la relación con mis hijos pasa a través de la
relación con mi mujer. No puedo tener con ellos una buena
relación si mi relación con
ella no es buena".
La experiencia clínica
de Ferruci le ha demostrado que "cada ser humano es el
resultado de la relación entre dos individuos:su padre
y su madre. Y esa relación sigue viviendo dentro de nosotros
como una armonía bellísima o como una laceración
dolorosa. La relación entre nuestros progenitores -dice
Ferruci- nos constituye en lo que somos. Y esto es verdad también
en la época de la familia dormitorio, de los progenitores
single, de la fecundación artificial, de la manipulación
genética, de los vientres de alquiler, de los bancos
de espematozoides... Un niño siente con todo su ser la
relación entre sus progenitores, sea cual sea, la siente
en sí mismo. Si
la relación está envenenada, el veneno circulará
por su organismo. Si la atmósfera no es armoniosa, crecerá
en la disonancia. Si está llena de ansias e inseguridades,
también su futuro será incierto" .
La conclusión entonces parece clara: si quieres ser un buen padre, sé un gran marido. Si quieres ser una buena madre, sé una gran compañera para tu marido. Esto que parece simple, en la práctica no lo es. ¿Por qué? Ferruci responde en primera persona, con gran humildad:
"A veces he olvidado esta realidad. He tenido demasiada confianza. Sabiendo que nuestra relación va bien, la he dejado allí". Abandonada la relación a su propia suerte, pronto aparecen los disgustos, las recriminaciones.
Cuando un matrimonio reacciona a tiempo y recupera lo bello de su amor, los primeros en darse cuenta son los hijos. Y cuenta su propia experiencia, después de una temporada en que, obsesionado por escribir sus libros, comenzó a levantarse a las 5 de la mañana y a pasar el día rabiando por el ruido y las interrupciones:
"Comencé a sentirme deprimido, algo no andaba bien. Al fin comprendí lo que sabía pero no quería admitir. El orden de mis prioridades estaba equivocado.
Decidí devolver a Vivien, mi mujer, un marido que no se cayera de sueño. Después ocurrió algo sutil y sorprendente. Mejoró la relación entre Emilio y Vivien. No es que fuese una relación mala, pero había algo que no me gustaba. A menudo Emilio era descortés con ella y hablaba conmigo como si Vivien no existiera, ignorándola como el machista más encallecido. Después lo he entendido: Emilio me mostraba cuál era mi actitud hacia Vivien... Era yo quien la transformaba en una sombra. Por fortuna me di cuenta a tiempo".
¿Cómo mantener y mejorar constantemente la relación conyugal? Este autor italiano es un gran romántIco y cree que la fuente de amor para los esposos radica en el recuerdo de sus mejores momentos.
"Al contrario
de lo que muchos piensan, yo creo que el hecho de enamorarse
es el instante más auténtico de la relación
entre dos personas; es cuando ellas ven que todas las posibilidades
se abren ante ellas, cuando tocan la esencia y belleza del amor...
Ante los ojos de mi mente desfilan nuestros momentos más
luminosos: el primer paseo juntos, la decisión de casarnos
una tarde de septiembre, Vivien que acude a recibirme al aeropuerto
un día de
lluvia. el concierto durante el embarazo de Emilio...
Todo eso es el origen,
la fuente: el lugar en que todo va bien y es
perfecto. Resulta positivo regresar de vez en cuando a los orígenes
y beber de aquella fuente de agua pura".
Tomado de Hacer
Familia
Por María Esther Roblero