* Prohibir a los niños ciertos actos que parecen indeseables, como por ejemplo las compras indiscriminadas de "chucherías", cromos, material escolar...: el gasto inmediato de cualquier dinero que reciben: no esperar a tener una oferta mejor...
* Dar explicaciones sobre ciertos pasos que hay que seguir durante el proceso de consumo haciéndose acompañar de los hijos cuando se va a comprar. Claro que entonces los propios padres tienen que ser los primeros en respetar las reglas de juego. Muchas situaciones cotidianas se pueden utilizar para enseñar hábitos de consumo: la selección y compra de los alimentos o ropa, la elección de un regalo, el estudio de un catálogo antes de realizar una compra, el comentario de anuncios publicitarios, la distribución del presupuesto familiar, etc.
* No se trata de inventar situaciones extraordinarias, ni de buscar los momentos más adecuados, sino de aprender a aprovechar las situaciones cotidianas.
* Mantener conversaciones con los niños con objeto de hacerles comprender mejor las decisiones que ellos mismos toman en diversas circunstancias, ayudándoles a razonar acerca de por qué se debe o no comprar, o si es mejor esperar, o ahorrar para adquirir otra cosa. Así se puede ilusionarlos con la compra de un objeto y con esfuerzo que requiere conseguirlo.
* Hacerlos participar en las compras de los padres, multiplicando las observaciones a título de ejemplo.
* Otorgar una autonomía cada vez mayor a los niños, autorizándolos a llevar a cabo sus propias experiencias. Regalos en diversas fechas, los hobbies, el material del colegio... son ocasiones muy buenas para ir dejando que sean ellos los que se ejerciten en esta tarea y para que aprendan a ajustarse a su presupuesto.
Tomado de la revista "Nueva Lectura"