1. Aptitudes naturales:
Orientadores, psicólogos, docentes, médicos, escuelas especiales aportarán a los padres un concurso precioso. Pero ellos no reemplazan la educación familiar.
"¿Qué educador, escribe Chesterton, habrá seguido, como los padres, al niño desde la cuna, tendrá tiempo de hacer un justo discernimiento de las inclinaciones del espíritu y de las aptitudes particulares de cada alumno? ¿Tendrá acaso la perspicacia y el amor de una madre?"
"Los padres son irreemplazables. Buscad el educador oficial que tenga el gusto, el tiempo libre, la aptitud que exige esta lenta iniciación del espíritu, del corazón, de la conciencia, que se opera en el hogar, aun cuando esta oficina de la vida no proporciona más que un mínimo de recursos (...). Esos truismos son verdades y se terminará por volver sobre ellos pues reemplazando a los padres por especie de funcionarios, no se ha encontrado más que un tapón que no llega a tapar el agujero".
"Es simplemente prescindir de una fuerza natural y pagar por una artificial, como si un hombre regase una planta sosteniendo con una mano una manguera y con la otra un paraguas para resguardarla de la lluvia. Pero eso no dará ningún resultado, ni siquiera en teoría. No se puede hacer siempre el lavado de los otros; es en la familia donde hay que lavar la ropa sucia, sobre todo cuando se trata de pañales. Sólo los padres podrán o querrán dar a sus hijos suficiente solicitud y cuidados. La expresión 'abnegación maternal' aplicada a una mujer que ve pasar sin tregua los niños por sus manos, no es más que una amable metáfora".
Pero se dirá: Si los padres son torpes, ignorantes de la ciencia pedagógica, enceguecidos por un afecto mal entendido?. Aun en ese caso tendrán sobre los pedagogos más sabios y mejor entrenados una ventaja, la del amor a los propios hijos y el amor, sin más. ¡Cuántos excelentes maestros romanos se hubieran cansado del alumno Agustín, cuántos "orientadores" profesionales no hubieran sabido dónde dirigirlo, mientras que la paciencia, las plegarias, las lágrimas... y el amor maternal de Santa Mónica lo llevaron a cambiar de vida, haciendo de él un gran Filósofo y un Padre de la Iglesia!
Hemos hablado de excelentes maestros, de honestos orientadores; no hay necesidad de hablar de excelentes madres. ¿Qué madre normal no hubiera intentado lo que Mónica alcanzó? Inversamente, los padres indignos escandalizan la opinión Pero se habla poco de antros de educación indignos. En todo caso, eso sorprende menos, porque el lazo con el niño es menos estrecho, normalmente, que en la familia.
La educación en el hogar presenta otras ventajas. Es continua. Los padres menos dotados hacen pedagogía, a menudo sin saberlo, porque el amor de sus hijos los lleva naturalmente a comprenderlos, a resolver sus problemas, a ayudarlos en todo lo que pueden. La educación familiar es personal. Se conoce a cada uno de los niños con sus cualidades, sus defectos. sus reacciones habituales. ¿Cómo profesores desbordados podrían educar a sus alumnos, uno por uno, como en una familia, aun con su capacitación y con su abnegación?
Lic. Eduardo Cattaneo