La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano mientras reconoce que la solución del grave problema de la escasez de Clero en los Países de América Latina se encuentra principalmente en el aumento de las vocaciones nativas, considera, sin embargo insustituible - dado que esta tarea es lenta y urge resolver el problema, al menos parcialmente- la cooperación de numerosos sacerdotes, seculares y religiosos, de otras naciones.
(Río, Conclusiones 28)
La Conferencia aprovecha esta solemne ocasión para expresar su agradecimiento a la Santa Sede y a los Obispos de todos los Países que han estado enviando sacerdotes a América Latina, ya sea para directo servicio de la Diócesis, ya sea con el encargo de «missionarii emigrantium», como también a las órdenes y Congregaciones Religiosas, a las Sociedades de vida en común y a los Institutos Seculares, que, en todo tiempo y de manera especial en estos últimos años, han intensificado el envío de personal al Continente Latinoamericano.
(Río, Conclusiones 29)
La Conferencia, ante la urgente necesidad del aumento del Clero en la presente situación de América Latina:
a) recurre filialmente a la Santa Sede para que, una vez más, interponga su valimiento ante los Excmos. Ordinarios de las naciones con clero más abundante, para que faciliten la venida de muchos sacerdotes a América Latina;
b) suplica respetuosamente a la Sede Apostólica que adopte los otros medios que crea más convenientes, para asegurar de modo constante, durante el tiempo necesario, el providencial envío de clero.
(Río, Conclusiones 30)
La Conferencia asimismo acuerda dirigirse respetuosamente a los Superiores Mayores de las órdenes y Congregaciones Religiosas y a los de las Sociedades de vida en común y de los Institutos Seculares, para que contribuyan a aliviar esta necesidad de Clero, atendiendo, siempre que les sea posible, las peticiones que les hagan los Excmos. Prelados diocesanos de América Latina, y envíen en consecuencia sacerdotes a estas Diócesis.
(Río, Conclusiones 31)
La Conferencia juzga conveniente:
a) recordar la necesidad de que se cumplan con exactitud todas las disposiciones canónicas contenidas en la Constitución Apostólica Exsul Familia sobre inmigración de sacerdotes a otras Diócesis;
b) aconsejar que estos sacerdotes además de preparados para el ministerio sacerdotal sean también físicamente aptos para la labor que han de realizar en la nación o en la Diócesis a que sean destinados, y que, como norma general, no excedan de los treinta y cinco años de edad;
c) sugerir que en lo posible se favorezca la incardinación de los sacerdotes procedentes de otras naciones, salvo siempre lo dispuesto en la Exsul Familia.
(Río, Conclusiones 32)
La Conferencia cree también aconsejable que se estudien las posibilidades y la conveniencia del envío de seminaristas de cursos superiores, para terminar sus estudios en los Seminarios Latinoamericanos, con el fin de obtener así una más fácil adaptación a las costumbres y al medio ambiente que habrá de ser su futuro campo de apostolado.
(Río, Conclusiones 33)
RELIGIOSOS Y RELIGIOSAS
La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano:
Aprovecha esta solemne ocasión para ofrecer un tributo de agradecimiento:
a) a todos los religiosos que dedicaron íntegra su vida -y muchos en grado heroico- a conquistar para la fe de Cristo las tierras de América Latina, entre los que recuerda con particular veneración, a San Francisco Solano, San Pedro Claver, San Luis Bertrán y al Venerable José de Anchieta;
b) a todas las órdenes y Congregaciones religiosas, Sociedades de vida en común e Institutos Seculares, de hombres y de mujeres, que sea con el ministerio sacerdotal, sea con la oración, el sacrificio, la catequesis, la enseñanza, las obras de asistencia y otras formas de apostolado, trabajan tan eficazmente colaborando en la conservación e incremento de la vida cristiana en el Continente Americano.
(Río, Conclusiones 34)
Espera que, para mayor eficacia apostólica, se haga más efectiva de día en día la cooperación fraternal de los religiosos y religiosas con el Clero secular. Con este fin hace votos:
a) para que los miembros de las Comunidades religiosas, no sólo cumplan con celo y fidelidad los ministerios parroquiales o cooperen a ellos en las parroquias que legítimamente se les haya encomendado, sino que también, siguiendo la letra y el espíritu del Código de Derecho Canónico, salva la disciplina religiosa y sin detrimento de sus ministerios propios y específicos, se esfuercen, en la medida de lo posible y con sincero y fraternal empeño, en ayudar a los Párrocos de las Diócesis, seculares o religiosas, en sus múltiples ministerios parroquiales, de modo especial en los suburbios de las grandes ciudades y en las zonas alejadas de las parroquias más extensas; a su vez, en armonía con el texto y la mente del Código de Derecho Canónico, los Excelentísimos Ordinarios y los Párrocos utilizarán con complacencia la ayuda de los religiosos, especialmente de los que viven en la Diócesis, en sus ministerios propios y peculiares y sobre todo en el sagrado ministerio;
b) para que, con el fin de facilitar esta cooperación, no se difiera el establecimiento en todas las Naciones Latinoamericanas de las Conferencias de los Superiores Mayores Religiosos.
(Río, Conclusiones 35)
Exhorta paternalmente a los Religiosos y a las Religiosas para que:
a) manteniéndose fieles al espíritu y a los fines de sus respectivos Institutos, se esfuercen en corresponder, con la generosidad de sus Fundadores, a las necesidades y exigencias del tiempo presente;
b) procuren adaptarse al ambiente en que actúan, sin exagerado y nocivo apego a costumbres o actitudes extrañas a él;
c) procuren aún mediante la difusión de las devociones propias de cada Instituto -si han sido aprobadas por la Santa Sede- cooperar a la sólida formación del pueblo, haciendo servir tales devociones al incremento de una vida íntegramente cristiana y para la defensa de la fe contra los errores y peligros que la amenazan.
(Río, Conclusiones 36)
La Conferencia recordando una vez más el objeto central de sus preocupaciones, es decir, la escasez de las fuerzas apostólicas en América Latina:
a) hace votos para que las familias religiosas puedan aumentar en los Países Latinoamericanos el número de sus miembros con abundantes y selectas vocaciones, cuidando siempre celosamente su firmeza y calidad; este cuidado debe ser naturalmente aún más extremado y severo cuando se trate de vocaciones al sacerdocio;
b) desea por lo tanto que se apoye y se favorezca en cada Diócesis, junto con la de las Vocaciones Sacerdotales, la Obra de las Vocaciones Religiosas, recientemente instituida por la Santa Sede;
c) por otra parte, pide encarecidamente a todos los Religiosos que, especialmente en los lugares donde hay mayor escasez de Clero, presten su eficaz y decidida ayuda para fomentar y favorecer el reclutamiento de las vocaciones eclesiásticas, que, encaminadas al Seminario, puedan proveer suficientemente a las necesidades de las respectivas Diócesis.
(Río, Conclusiones 37)
Considerando la importancia que tienen, para la vida de la Diócesis, la presencia y ayuda de los Religiosos, Sacerdotes o no, y de las Religiosas siempre que estén bien formados y preparados para las tareas apostólicas, la Conferencia se permite encarecer vivamente a los Superiores competentes:
a) que para las casas de formación escojan siempre religiosos integralmente ejemplares;
b) que cuiden con el mayor interés de la preparación intelectual especializada de sus súbditos para las tareas propias del Instituto y, en particular, para la enseñanza de la religión y del catecismo, sea en sus propios Colegios, sea en otros centros.
(Río, Conclusiones 38)
La Conferencia quiere recordar las prescripciones canónicas relativas:
a) al examen previo de los Ordenandos, tanto si son seculares como si son religiosos;
b) al paso de los miembros de las religiones -y aun también, por razonable analogía, de los otros Institutos de perfección- al Seminario diocesano, previos los informes necesarios, que deben darse conforme a la verdad, «graviter onerata conscientia», y recurriendo cuando sea necesario a la Santa Sede;
c) a la recepción de religiosos en las Diócesis, evitando, a este respecto, aun las apariencias de una inoportuna facilitación a abandonar el estado de perfección.
(Río, Conclusiones 39)
Por lo que se refiere en particular a las religiosas, la Conferencia:
1) Aconseja a las Superioras Mayores que con el fin de aumentar la eficacia de la labor de sus religiosas:
a) procuren que todas adquieran la más sólida formación espiritual, ascética y doctrinal, y que en el mayor número posible reciban en escuelas superiores -de religión, de pedagogía, de servicio social, para enfermeras etc.- diplomas que las acrediten en el desempeño de sus misiones específicas;
b) cuiden que las dedicadas a la labor de enfermeras en clínicas y hospitales, además de poseer la necesaria preparación profesional, conozcan adecuadamente las normas de la deontología católica relativas a su delicado campo de actividad.
2) Ruega a los Excmos. Obispos y a los Revdmos. Superiores interesados, pongan particular cuidado en la designación de los Sacerdotes que han de desempeñar su ministerio en favor de las religiosas y de sus Instituciones y vigilen a fin de que ellos:
a) atiendan a estas almas consagradas a Dios, con la mayor dedicación y espíritu sobrenatural, conscientes de que el bien que de esta manera operan, redunda también en pro de otras almas;
b) procuren desempeñar por lo tanto, con todo celo, su oficio, especialmente en lo que se refiere a la predicación, a la confesión y dirección espiritual;
c) eviten, en conformidad con las disposiciones canónicas, cualquier indebida injerencia en el régimen de la comunidad;
d) observen en el trato con las religiosas y alumnas las normas dictadas por la prudencia y por la dignidad propia del sacerdote.
(Río, Conclusiones 40)
Se sugiere a los Excmos. Ordinarios, que -para favorecer el beneficioso desarrollo de los Institutos femeninos de perfección- establezcan el «día de las Vocaciones Religiosas Femeninas», que podría coincidir con el Domingo siguiente a la fiesta de la Presentación de Nuestra Señora en el Templo.
(Río, Conclusiones 41)
Capítulo I
Apostolado de los Laicos en General
La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano:
Desea subrayar de manera especial, el papel tan importante que corresponde a los seglares en la realización de la obra salvífica encomendada por Jesucristo a la Iglesia: colaboración apostólica que se hace sentir con mayor urgencia en las regiones de América Latina, por la escasez de sacerdotes, el elevado número de fieles a ellos encomendados, la gran extensión de las demarcaciones parroquiales, y, por último, la dificultad de penetrar en ciertos ambientes.
(Río, Conclusiones 42)
Juzga que para el mayor progreso de la colaboración del laicado católico en la acción apostólica en América Latina, es de suma importancia difundir cada vez más entre los fieles el exacto conocimiento de la posición de los seglares dentro del Cuerpo Místico de Cristo, formando la conciencia de los fieles, de modo que se persuadan prácticamente que el apostolado aun siendo misión propia del sacerdote, no es exclusiva de él, sino que también les compete a ellos, por su mismo carácter de cristianos, siempre bajo la obediencia de los Obispos y de los Párrocos y dentro de las formas y oficios que no son privativos del ministerio sacerdotal. Por tanto es necesario que tales principios sean oportunamente enseñados e inculcados desde el Seminario a los futuros sacerdotes, para que sepan aprovecharse, como conviene, de la preciosa ayuda que les puede venir de la colaboración de los laicos.
(Río, Conclusiones 43)
Desea destacar que el tiempo y trabajo dedicados a la formación de seglares competentes para que colaboren con la Jerarquía Eclesiástica, están muy útilmente empleados; y recomienda con encarecimiento, que esta formación para el apostolado se comience a dar ya en la adolescencia y se intensifique en la juventud, proponiendo a la consideración de los jóvenes la grandeza del ideal de vivir, trabajar y luchar por Jesucristo.
(Río, Conclusiones 44)
Recuerda, finalmente, que el apostolado de los laicos no debe reducirse únicamente a colaborar con el sacerdote en el campo limitado de los actos de piedad, sino que, además de un esfuerzo continuo por conservar y efender íntegramente la fe católica, debe ser un apostolado misionero de conquista para la dilatación del reino de Cristo en todos los sectores y ambientes, y particularmente allí donde no pueda llegar la acción directa del sacerdote.
(Río, Conclusiones 45)
Capítulo II
Diversas formas de Acción Católica y obras coordinadas
La Conferencia:
Expresa su profunda satisfacción al comprobar los frutos alcanzados en América Latina por las diversas organizaciones de Acción Católica, y manifiesta vivamente su deseo de que intensifiquen cada vez más su trabajo apostólico, tan necesario y al mismo tiempo tan grato al corazón del Santo Padre.
(Río, Conclusiones 46)
Reafirma, según el pensamiento de los Sumos Pontífices Pío XI y Pío XII, que la Acción Católica, como colaboración de los seglares en el apostolado jerárquico, constituye medio eficacísimo para la recristianización del pueblo y por lo tanto el cuidado de ella se ha de colocar entre los principales deberes del ministerio pastoral.
(Río, Conclusiones 47)
Recomienda encarecidamente:
a) que se procure organizar e incrementar la Acción Católica en todas las parroquias de las Diócesis latinoamericanas, según los deseos del Santo Padre Pío XII, y de acuerdo con lo que ya se ha decidido por la Jerarquía Eclesiástica;
b) que, atendida la importancia de la Acción Católica en la vida de la Iglesia, sean designados, tanto en el orden nacional como en el diocesano, algunos sacerdotes exclusivamente dedicados a ella y convenientemente preparados mediante cursos especiales y asambleas de estudio;
c) que los educadores católicos recuerden el deber que les incumbe de fundar y mantener vivos en sus establecimientos, centros de Acción Católica; preocupándose de formar en ellos buenos militantes y capacitados dirigentes del apostolado seglar;
d) que los Superiores y miembros de las órdenes y Congregaciones religiosas e Institutos seculares procuren favorecer eficazmente la organización y progreso de la Acción Católica en los diversos Países.
(Río, Conclusiones 48)
Recomienda que, en cuanto sea posible, a efectos del apostolado externo, todas las Asociaciones católicas- ya sean las que por «sus reglas, su naturaleza, su fin, sus designios y hechos» han de considerarse «pleno iure» como Acción Católica, ya sean otras adheridas o auxiliares- se coordinen parroquial, diocesana y nacionalmente con los respectivos organismos del ordenamiento príncipe, la «Acción Católica», para la unidad y la eficacia de la actividad común de apostolado, manteniendo sin embargo cada una de las asociaciones sus propias características.
(Río, Conclusiones 49)
Aprueba y alaba los esfuerzos realizados por el Secretariado Interamericano de Acción Católica; ve con agrado las «Semanas de Estudio» ya celebradas, que proporcionan la oportunidad de un trabajo coordinado; y, a la vista de los halagüeños resultados obtenidos, desea que se intensifiquen estos encuentros y se les preste el apoyo que por su utilidad e importancia merecen.
(Río, Conclusiones 50)
Capítulo III
Apostolado social y responsabilidad del cristiano en la vida cívico-política
La Conferencia:
a) recomienda de una manera peculiar a los miembros de organizaciones de Acción Católica que estudien y difundan los principios cristianos y las orientaciones pontificias sobre los problemas sociales, económicos y políticos, con el fin de ayudar eficazmente a formar la conciencia del pueblo en estos aspectos tan importantes de la doctrina de la Iglesia;
b) hace votos a fin de que la Acción Católica sepa descubrir y suscitar entre sus militantes, verdaderas vocaciones a las actividades sociales y cívicas, y estimularlas a una óptima capacitación, no sólo científica y técnica sino también práctica, para dichas tareas tan importantes para el bien común;
c) exhorta muy encarecidamente a que la Acción Católica promueva asociaciones y obras para la solución de los problemas sociales que hoy día más apremian en los Países Latinoamericanos.
(Río, Conclusiones 51)
Capítulo IV
Otros auxiliares del clero
La Conferencia, recordando los servicios prestados a la Iglesia por otras formas de auxiliares del Clero, como en particular los «doctrineros» y otros similares colaboradores a la acción del Sacerdote, recomienda que se les agrupe en organizaciones adecuadas para proporcionarles una mejor formación y una orientación más acorde con las directrices del apostolado seglar moderno, relacionándolas con la Acción Católica.
(Río, Conclusiones 52)