Tendencias actuales y evangelización en el futuro
Mirando el mundo actual con ojos de pastores, comprobamos algunas tendencias que no podemos dejar de tener en cuenta:
(Puebla, Conclusiones 127)
América Latina seguirá en un ritmo acelerado de aumento de población y concentración en las grandes ciudades. Se agudizarán los problemas que afectan los servicios públicos. La población será mayoritariamente joven y tendrá dificultad creciente para encontrar puestos de trabajo. (Puebla, Conclusiones 127)
Por una parte, la sociedad del futuro se perfila más abierta y pluralista; por otra, sometida al influjo cada vez mayor de los dictámenes de los medios de comunicación, que irán programando progresivamente la vida del hombre y de la sociedad.
(Puebla, Conclusiones 128)
Parece que la programación de la vida social responderá cada vez más a los modelos buscados por la tecnocracia, sin correspondencia con los anhelos de un orden internacional más justo, frente a la tendencia de cristalización de las desigualdades actuales.
(Puebla, Conclusiones 129)
En el cuadro internacional, se va tomando conciencia de la limitación de los recursos del planeta y de la necesidad de su racionalización. Unos quieren limitar la población sobre todo de los países pobres; otros proponen la «prosperidad racionada», es decir: una sobriedad compartida y no la riqueza creciente, no compartida.
(Puebla, Conclusiones 130)
A la vista de estas tendencias nos sentimos solidarios con el pueblo latinoamericano del cual formamos parte y con su historia. Queremos escrutar sus aspiraciones, tanto las que expresa claramente como las que apenas balbucea, que nos parece son éstas:
(Puebla, Conclusiones 131)
- Una calidad de vida más humana, sobre todo por su irrenunciable dimensión religiosa, su búsqueda de Dios, del Reino que Cristo nos trajo, a veces confusamente intuido por los más pobres con fuerza privilegiada.
(Puebla, Conclusiones 132)
- Una distribución más justa de los bienes y las oportunidades: un trabajo justamente retribuido que permita el decoroso sustento de los miembros de la familia y que disminuya la brecha entre el lujo desmedido y la indigencia.
(Puebla, Conclusiones 133)
- Una convivencia social fraterna donde se fomenten y tutelen los derechos humanos; donde las metas que se deben alcanzar se decidan por el consenso y no por la fuerza o la violencia; donde nadie se sienta amenazado por la represión, el terrorismo, los secuestros y la tortura.
- Cambios estructurales que aseguren una situación justa para las grandes mayorías.
(Puebla, Conclusiones 134)
- Ser tenido en cuenta como persona responsable y como sujeto de la historia capaz de participar libremente en las opciones políticas, sindicales, etc., y en la elección de sus gobernantes.
(Puebla, Conclusiones 135)
- Participar en la producción y compartir los avances de la ciencia y la técnica moderna lo mismo que tener acceso a la cultura y al esparcimiento digno.
(Puebla, Conclusiones 136)
Todo esto llevará a una mayor integración de nuestros pueblos en coincidencia con las tendencias universales de una sociedad, como suele decirse, más globalizada y planetaria, potenciada por los medios de comunicación de amplísimo alcance.
(Puebla, Conclusiones 137)
Pero mientras haya grandes sectores que no logran satisfacer estas legítimas aspiraciones mientras otros las alcanzan con exceso, los bienes reales del mundo moderno se traducen en fuente de frustraciones crecientes y de trágicas tensiones. El contraste notorio e hiriente de los que nada poseen y los que ostentan opulencia, es un obstáculo insuperable para establecer el Reinado de la paz.
(Puebla, Conclusiones 138)
Si no cambian las tendencias actuales, se seguirá deteriorando la relación del hombre con la naturaleza por la explotación irracional de sus recursos y la contaminación ambiental, con el aumento de graves daños al hombre y al equilibrio ecológico.
(Puebla, Conclusiones 139)
Animando todo esto, el hombre aspira, en su realización, a tener libertad para vivir y expresar su fe.
(Puebla, Conclusiones 140)
En una palabra, nuestro pueblo desea una liberación integral que no se agota en el cuadro de su existencia temporal, sino que se proyecta a la comunión plena con Dios y con sus hermanos en la eternidad, comunión que ya comienza a realizarse, aunque imperfectamente, en la historia.
(Puebla, Conclusiones 141)
La Iglesia, a través de su acción y de su doctrina social, hace suyas estas aspiraciones. Baste recordar el vigoroso llamado de la Conferencia de Medellín que expresó la voluntad de hacer que el anuncio evangélico logre desplegar toda su potencia de fermento transformador.
(Puebla, Conclusiones 142)
Esta Conferencia, reiterando aquel llamado, quiere poner al servicio los recursos de una acción pastoral adaptada a las circunstancias actuales.
(Puebla, Conclusiones 143)
La Iglesia requiere ser cada día más independiente de los poderes del mundo, para así disponer de un amplio espacio de libertad que le permita cumplir su labor apostólica sin interferencias: el ejercicio del culto, la educación de la fe y el desarrollo de aquellas variadísimas actividades que llevan a los fieles a traducir en su vida privada, familiar y social los imperativos morales que dimanan de esa misma fe. Así, libre de compromisos, sólo con su testimonio y enseñanza, la Iglesia será más creíble y mejor escuchada. De este modo, el mismo ejercicio del poder será evangelizado, en orden al bien común.
(Puebla, Conclusiones 144)
La Iglesia acompaña con profunda simpatía la búsqueda de los hombres; sintoniza con sus anhelos y esperanzas, sin aspirar a otra cosa que a servirles, alentando sus esfuerzos e iluminando sus pasos, haciéndoles conocer el valor trascendente de su vida y de su acción.
(Puebla, Conclusiones 145)
La Iglesia asume la defensa de los derechos humanos y se hace solidaria con quienes los propugnan. A este propósito nos place recordar aquí por su especial valor, entre la vasta enseñanza sobre la materia, el discurso de S. S. Juan Pablo II al Cuerpo Diplomático el 20 de octubre de 1978: «La Santa Sede actúa en esto sabiendo que la libertad, el respeto de la vida y de la dignidad de las personas- que jamás son instrumento-, la igualdad de trato, la conciencia profesional en el trabajo y la búsqueda solidaria del bien común, el espíritu de reconciliación, la apertura a los valores espirituales, son exigencias fundamentales de la vida armónica en sociedad, del progreso de los ciudadanos y de su civilización».
(Puebla, Conclusiones 146)
La Iglesia ha intensificado su compromiso con los sectores desposeídos, abogando por su promoción integral, lo cual produce en algunos la impresión de que ella deja de lado a las clases pudientes.
(Puebla, Conclusiones 147)
Subraya mejor el valor evangélico de la pobreza que nos hace disponibles para construir un mundo más justo y más fraterno. Siente vivamente la situación penosa de los desposeídos de lo necesario para una vida digna. Invita a todos a transformar su mente y sus corazones, según la escala de valores del Evangelio.
(Puebla, Conclusiones 148)
La Iglesia confía más en la fuerza de la verdad y en la educación para la libertad y la responsabilidad, que en prohibiciones, pues su ley es el amor.
(Puebla, Conclusiones 149)
4.3. Evangelización en el futuro
La Evangelización dará prioridad a la proclamación de la Buena Nueva, a la catequesis bíblica y a la celebración litúrgica, como respuesta al ansia creciente de la Palabra de Dios.
(Puebla, Conclusiones 150)
Pondrá el máximo empeño en salvar la unidad, porque el Señor lo quiere y para aprovechar todas las energías disponibles, concentrándolas en un plan orgánico de pastoral de conjunto, evitando así la dispersión infecunda de esfuerzos y servicios. Tal pastoral se perfila en los diversos niveles: diocesano, nacional y continental.
(Puebla, Conclusiones 151)
Dará importancia a la pastoral urbana con creación de nuevas estructuras eclesiales que, sin desconocer la validez de la parroquia renovada, permitan afrontar la problemática que presentan las enormes concentraciones humanas de hoy. También acrecentará sus esfuerzos para atender mejor la pastoral rural.
(Puebla, Conclusiones 152)
Se esforzará en multiplicar los agentes de pastoral, tanto clérigos como religiosos y laicos. Adaptará la formación de estos agentes a la exigencia de comunidades y ambientes.
(Puebla, Conclusiones 153)
Pondrá de relieve la importancia de los laicos, tanto cuando desempeñan ministerios en la Iglesia y para la Iglesia, como cuando, cumpliendo la misión que les es propia, son enviados como su vanguardia, en medio de la vida del mundo, para rehacer las estructuras sociales, económicas y políticas, de acuerdo con el plan de Dios.
(Puebla, Conclusiones 154)
Para formar a los laicos y darles un sólido apoyo en su vida y acción, procurará incorporarlos a las organizaciones y movimientos apostólicos y potenciará todos sus instrumentos de formación, de modo particular los propios del campo de la cultura; solamente así tendrá un laicado maduro y evangelizador.
(Puebla, Conclusiones 155)
Reconocerá la validez de la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base y estimulará su desarrollo en comunión con sus pastores.
(Puebla, Conclusiones 156)
La Iglesia tendrá mucho empeño en educar en la fe cristiana al pueblo sencillo, naturalmente religioso, y preparará en forma adecuada para la recepción de los sacramentos.
(Puebla, Conclusiones 157)
La Iglesia dará mayor importancia a los medios de comunicación social y los empleará para la Evangelización.
(Puebla, Conclusiones 158)
Tanto el CELAM con todos sus servicios como las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, son una expresión de integración pastoral de la Iglesia de América Latina. Es necesario que siga acentuándose para beneficio de las Iglesias particulares.
(Puebla, Conclusiones 159)
La voz colectiva de los Episcopados, que ha ido despertando interés creciente en la opinión pública, encuentra, sin embargo, frecuentemente reservas en ciertos sectores de poca sensibilidad social, lo cual es un signo de que la Iglesia está ocupando su puesto de Madre y Maestra de todos.
(Puebla, Conclusiones 160)
De cualquier manera, la Iglesia debe estar dispuesta a asumir con valor y alegría las consecuencias de su misión, que el mundo nunca aceptará sin resistencia.
(Puebla, Conclusiones 161)