Queridos hermanos y hermanas:
1. La Encíclica Pacem in terris del Beato Papa Juan XXIII llegó como un faro de esperanza para los hombres y mujeres de buena voluntad en los oscuros días de la Guerra Fría. Al afirmar que la auténtica paz requiere "guardar íntegramente el orden establecido por Dios." (Pacem in terris, 1), el Santo Padre señaló la verdad, la justicia, la caridad y la libertad como los pilares de una sociedad pacífica (ibid., 37).
El creciente poder que adquirían los modernos medios de comunicación social fue parte importante del trasfondo de la Encíclica. El Papa Juan XXIII tenía muy en cuenta esos medios cuando llamaba a la "serena objetividad" en el uso de los "medios de información que la técnica ha introducido" y que "tanto sirven para fomentar y extender el mutuo conocimiento de los pueblos"; él desacreditaba "los sistemas de información que, violando los preceptos de la verdad y la justicia, hieren la fama de cualquier país" (ibid., 90).
2. Hoy, mientras recordamos el cuadragésimo aniversario de Pacem in terris, la división de los pueblos en bloques contrapuestos es casi sólo un recuerdo doloroso, pero todavía la paz, la justicia y la estabilidad social están ausentes en muchas partes del mundo. El terrorismo, el conflicto en Medio Oriente y otras regiones, las amenazas y contra-amenazas, la injusticia, la explotación y las violaciones a la dignidad y la santidad de la vida humana, tanto antes como después del nacimiento, son realidades que causan consternación en nuestros días.
Mientras tanto ha crecido enormemente el poder de los medios para moldear las relaciones humanas e influenciar la vida política y social, tanto para el bien como para el mal. De aquí la permanente actualidad del tema elegido para la trigésima séptima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: "Los medios de comunicación al servicio de la auténtica paz, a la luz de la Pacem in terris". El mundo de los medios tiene todavía mucho que aprender del mensaje del Beato Papa Juan XXIII.
3. Los Medios y la verdad. La exigencia moral fundamental de toda comunicación es el respeto y el servicio a la verdad. La libertad de buscar y decir la verdad es un elemento esencial de la comunicación humana, no sólo en relación con los hechos y la información, sino también y especialmente sobre la naturaleza y destino de la persona humana, respecto a la sociedad y el bien común, respecto a nuestra relación con Dios. Los medios masivos tienen una irrenunciable responsabilidad en este sentido, pues constituyen la escena donde hoy en día se intercambian las ideas y donde los pueblos pueden crecer en el conocimiento mutuo y la solidaridad. Es por eso que el Papa Juan XXIII defendió el derecho a "buscar la verdad libremente y, dentro de los límites del orden moral y el bien común, manifestar y difundir las propias opiniones", todo ello como condición necesaria para la paz social (Pacem in terris, 12).
De hecho, con frecuencia los medios prestan un valiente servicio a la verdad; pero a veces funcionan como agentes de propaganda y desinformación al servicio de intereses estrechos o de prejuicios de naturaleza nacional, étnica, racial o religiosa, de avidez material o de falsas ideologías de tendencias diversas. Ante las presiones que empujan a la prensa a tales errores, es imprescindible una resistencia ante todo por parte de los propios hombres y mujeres de los medios, pero también de la Iglesia y otros grupos responsables.
4. Los Medios y la justicia. El Beato Papa Juan XXIII tuvo palabras elocuentes en la Pacem in terris sobre el bien común universal -"el bien universal, es decir, el que afecta a toda la familia humana" (nº 132)- en el que cada individuo y todos los pueblos tienen el derecho de compartirlo.
La proyección global de los medios comporta especiales responsabilidades en este aspecto. Si bien es cierto que los medios suelen pertenecer a grupos con intereses propios, privados y públicos, la naturaleza intrínseca de su impacto en la vida requiere que no favorezcan la división entre los grupos -por ejemplo en el nombre de la lucha de clases, del nacionalismo exacerbado, de la supremacía racial, la limpieza étnica u otros similares-. Enfrentar a unos contra otros en nombre de la religión es un error particularmente grave contra la verdad y la justicia, como lo es el tratamiento discriminador de las creencias religiosas, pues éstas pertenecen al espacio más profundo de la dignidad y libertad personal.
Cuando realizan una crónica cuidadosa de los hechos, explicando bien los temas y presentando honradamente los diversos puntos de vista, los medios cumplen su grave deber de impulsar la justicia y la solidaridad en las relaciones humanas a todos los niveles de la sociedad. Esto no significa quitar importancia a las injusticias y divisiones, sino ir a sus raíces para que puedan ser comprendidas y sanadas.
5. Los medios y la libertad. La libertad es una condición previa de la verdadera paz, así como uno de sus más preciosos frutos. Los medios sirven a la libertad sirviendo a la verdad, y por el contrario, obstruyen la libertad en la medida en que se alejan de la verdad y difunden falsedades o crean un clima de reacciones emotivas incontroladas ante los hechos. Sólo cuando la sociedad tiene libre acceso a una información veraz y suficiente, puede dedicarse a buscar el bien común y respaldar una responsable autoridad pública.
Si los medios están para servir a la libertad, ellos mismos deben ser libres y usar correctamente esa libertad. Su situación privilegiada les obliga a estar por encima de las meras preocupaciones comerciales y servir a las verdaderas necesidades e intereses de la sociedad. Si bien existen normativas públicas sobre los medios, adecuadas a la defensa del bien común, a veces el control gubernamental no lo es. En particular los reporteros y comentaristas tienen el grave deber de seguir las indicaciones de su conciencia moral y resistir a las presiones que les empujan a "adaptar" la verdad para satisfacer las exigencias de los poderes económicos o políticos.
En concreto es necesario, no sólo encontrar el modo de garantizar a los sectores más débiles de la sociedad el acceso a la información que necesitan, sino también asegurar que no sean excluidos de un papel efectivo y responsable en la toma de decisiones sobre los contenidos de los medios, y en la determinación de las estructuras y líneas de conducta de las comunicaciones sociales.
6. Los medios y el amor. "La ira del hombre nunca realiza la justicia de Dios" (Santiago 1,20). En el clímax de la Guerra Fría, el Beato Papa Juan XXIII expresó un pensamiento que aunaba la sencillez con una gran profundidad sobre lo que comportaba el camino de la paz: "Es necesario que la norma suprema que hoy se sigue para mantener la paz sea sustituida por otra completamente distinta, en virtud de la cual se reconozca que una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza recíproca" (Pacem in terris, 113).
Los medios de comunicación son actores clave en el mundo actual, y tienen un papel inmenso que realizar para construir aquella confianza. Su poder es tal, que en poco tiempo pueden suscitar una reacción pública positiva o negativa hacia los eventos, según sus intereses. El público sensato se dará cuenta de que un poder tan enorme requiere los más altos niveles de compromiso con la verdad y el bien. En este sentido los hombres y mujeres de los medios están especialmente obligados a contribuir a la paz en todas las partes del mundo derribando las barreras de la desconfianza, impulsando la reflexión sobre el punto de vista de los otros, y esforzándose siempre por aunar a los pueblos y las naciones en un entendimiento y respeto mutuo; y más allá de la comprensión y el respeto, ¡en la reconciliación y la misericordia!. "Allá donde dominan el odio y la sed de venganza, allá donde la guerra lleva sufrimiento y muerte de los inocentes, es necesaria la gracia de la misericordia para apaciguar las mentes y los corazones y construir la paz" (Homilía en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia-Lagiewiniki, 17 de agosto 2002, nº 5).
Aunque todo esto parezca un enorme desafío, de ningún modo es pedir demasiado a los hombres y mujeres de los medios. Tanto por vocación como por profesión, están llamados a ser agentes de paz, de justicia, de libertad y de amor, contribuyendo con su importante labor a un orden social "basado en la verdad, establecido de acuerdo con las normas de la justicia, sustentado y henchido por la caridad, y realizado bajo los auspicios de la libertad" (Pacem in terris, 167). Por ello mi oración en esta Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales se eleva para que los hombres y las mujeres de los medios asuman más que nunca el desafío de su vocación: servir al bien común universal. De ello dependen, en gran medida, su realización personal y la paz y felicidad del mundo. Que Dios los bendiga, les ilumine y les fortalezca.
Desde el Vaticano, 24 de enero de 2003, Fiesta de San Francisco de Sales.
IOANNES PAULUS II