1. "Con la mirada puesta en el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, la Iglesia se prepara para cruzar el umbral del tercer milenio". Con estas palabras comienza la Bula de Convocación del Gran Jubileo del Año 2000 "Incarnationis Mysterium" y en ellas está claramente indicada la actitud que ha de adoptar todo el Pueblo de Dios en esta trayectoria final del siglo XX, durante el tiempo jubilar que se avecina.
Guiados por esta luz y con el afán primordial de centrar la atención en Jesucristo, para dar fecundidad a la tarea de la Nueva Evangelización, las Iglesias que están en España celebrarán el próximo 7 de marzo la Jornada Hispanoamericana, con un lema escogido en sintonía con este año dedicado al Padre, en el trienio de preparación al Jubileo. El lema reza así: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14,9). "El sacerdote, signo de la paternidad de Dios".
2. Dios se nos ha dado en Jesucristo. Jesucristo, Salvador y Evangelizador, es la plena revelación del Padre. Él es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre.
Él ha dado también un rostro concreto, cultural y religioso, a Hispanoamérica: a este conjunto de naciones profundamente cristianas que hoy necesitan evangelizadores sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, así como abundantes medios materiales, para mantener y acrecentar su fe.
3. Desde la primera evangelización de aquellos pueblos, iniciada en 1492 cuando Cristóbal Colón plantó la Cruz de Cristo en las tierras del Nuevo Mundo, España ha sido siempre muy generosa en ayuda apostólica a esas naciones hermanas, a las que durante cinco siglos ha enviado millares de misioneros.
Hace 50 años nació la OCSHA Obra de Cooperación Sacerdotal Hispano-Americana, que ha hecho llegar a América Latina en estos años más de 2000 presbíteros diocesanos, muchos de los cuales han gastado su vida con sus energías humanas y sacerdotales evangelizando en las diversas naciones.
Damos gracias a Dios y agradezcamos a la España misionera esta Obra providencial.
¡Ánimo, Iglesias que estáis en España!
A las puertas del tercer milenio, se necesitan más que nunca evangelizadores llenos de entusiasmo que, siguiendo las huellas de Jesús, glorifiquen al Padre proclamando el Mensaje, promoviendo la justicia y la paz, anunciando a los pobres la Buena Nueva.
4. La Bula del Jubileo dice: "Un signo de la misericordia de Dios, hoy especialmente necesario, es la caridad, que nos abre los ojos a las necesidades de quienes viven en la pobreza y en la marginación" (N. 12).
Esta frase de Juan Pablo II nos lleva a pensar, este año 1999 que es precisamente el año de la caridad, en muchas áreas pobres de Iberoamérica y en el gran problema de la deuda externa que ha de ser objeto de nuestra atención en el año jubilar, por su incidencia en aquel continente.
Dice el Papa: "Muchas naciones, especialmente las más pobres, se encuentran oprimidas por una deuda que ha adquirido tales proporciones que hace prácticamente imposible su pago" (ibídem).
Ya en la Carta Apostólica "Tertio Millennio Adveniente", el Santo Padre había escrito: "En el espíritu del Libro del Levítico (25, 8-28), los cristianos deberán hacerse voz de todos los pobres del mundo, proponiendo el Jubileo como un tiempo oportuno para pensar entre otras cosas en una notable reducción, si no en una total condonación, de la deuda internacional, que grava sobre el destino de muchas naciones" (N. 51).
En sintonía con el Papa, el Episcopado español se ha pronunciado ya sobre la necesidad de solucionar este agobiante problema.
Así, pues, invitamos a los cristianos españoles a hacerse voz de los pobres latinoamericanos en este sector.
5. Pero, junto a "la opción preferencial de la Iglesia por los pobres y marginados" (ibídem), nuestra preocupación eclesial y nuestro afán pastoral debe dirigirse también en forma prioritaria a los grandes desafíos que presenta hoy la tarea evangelizadora en América Latina: las corrientes de contraevangelización que cruzan todos los países, particularmente a través de los medios de comunicación social y del consumismo; el creciente secularismo; la expansión y agresividad de las sectas; las migraciones y la agobiante concentración urbana que tanto dificulta el apostolado; la cultura de la muerte; el clamor de los indígenas y de los afroamericanos.
Es una tarea árdua que requiere la presencia de evangelizadores santos y generosos. Por eso el Papa ha dicho que "la pastoral vocacional ha de ser hoy una prioridad de las diócesis como compromiso de todo el Pueblo de Dios". (Mensaje al CELAM, 14 de septiembre 1997, n. 7)
Ahora bien, para contar con vocaciones sacerdotales religiosas y laicales, es necesario pedirlas al Señor.
Roguemos, pues, al Padre, "Dueño de la mies, que envíe obreros a su mies" (Lc 10,2).
Vaticano, 6 de enero 1999
Solemnidad de la Epifanía del Señor
+ Cardenal Lucas Moreira Neves, O.P.
Presidente
+ Cipriano Calderón
Vicepresidente
Domingo, 7 de Marzo 1999