Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; ilustres señoras y señores:
1. Me alegra recibirlos, mientras están reunidos en el Vaticano para la IV sesión plenaria de la Academia pontificia de ciencias sociales, que tiene por tema "Democracia: algunas cuestiones urgentes".
Dirijo a cada uno de ustedes mi cordial saludo, y agradezco en particular a su presidente, el profesor Edmond Malinvaud, las palabras con las que se ha hecho intérprete de los sentimientos de todos y ha ilustrado la finalidad de la actual sesión.
En estos cuatro años desde la fundación de la Academia, en las reuniones plenarias y en los encuentros de estudio han elegido ustedes, como temas centrales de sus investigaciones y debates, dos asuntos de vital importancia para la doctrina social de la Iglesia: primero, el del trabajo y el empleo, y ahora el de la democracia.
Me congratulo con ustedes y les expreso mi sincero agradecimiento por el fecundo trabajo que ya han realizado en tan breve tiempo. Las actas de las sesiones plenarias y el libro sobre los problemas concernientes a la democracia, que han publicado y que han tenido la amabilidad de enviarme, no sólo muestran gran riqueza y variedad de contenidos sino que, al mismo tiempo, sugieren aplicaciones concretas, para lograr que el mundo sea más humano, más unido y más justo.
La doctrina social de la Iglesia
2. He notado con complacencia que todas las investigaciones que realizan ustedes han tenido siempre presentes las orientaciones fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, desde la memorable encíclica Rerum novarum, del Papa León XIII, hasta las más recientes Laborem exercens, Sollicitudo rei socialis y Centesimus annus.
Las enseñanzas de la Iglesia sobre la temática social constituyen un cuerpo doctrinal siempre abierto a nuevas profundizaciones y actualizaciones. En efecto, como escribí en la Centesimus annus, "la Iglesia no tiene modelos para proponer. Los modelos reales y verdaderamente eficaces pueden nacer solamente de las diversas situaciones históricas, gracias al esfuerzo de todos los responsables que afronten los problemas concretos en todos sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales que se relacionan entre sí" (n. 43).
La doctrina social de la Iglesia no debe ocuparse de los aspectos técnicos de las diversas situaciones sociales, para sugerir soluciones. La Iglesia anuncia el Evangelio y se preocupa de que pueda manifestar en toda su riqueza la novedad que lo caracteriza. El mensaje evangélico debe impregnar las diferentes realidades culturales, económicas y políticas. En este esfuerzo de inculturación y profundización espiritual, también la Academia de ciencias sociales está llamada a dar su contribución específica. Como expertos en disciplinas sociales y como cristianos, deben ustedes desempeñar un papel de mediación y diálogo entre la fe y la ciencia, entre los ideales y las realidades concretas; un papel que, a veces, es también el de pioneros, porque se les pide que indiquen nuevas pistas y nuevas soluciones para resolver, de modo más equitativo, los urgentes problemas del mundo de hoy.
Mensaje de reconciliación y de paz
3. El profesor Malinvaud, presidente de la Academia, acaba de subrayar cómo la intención de esta cuarta sesión plenaria es estudiar el complejo tema de la democracia, que ustedes han articulado según tres grandes perspectivas de investigación: la relación entre democracia y los valores; el papel de la sociedad civil en la democracia; y la relación entre la democracia y las organizaciones supranacionales e internacionales.
Estos temas requieren profundizaciones y orientaciones idóneas para guiar a los investigadores, a los gobernantes y a las naciones en este paso milenario entre el siglo XX y el XXI. ¡Qué significativo es este tiempo que nos prepara para el gran jubileo del año 2000, del que esperamos para la Iglesia y para el mundo un fuerte mensaje de reconciliación y de paz!
Ilustres y queridos académicos, que el Espíritu del Señor resucitado los acompañe en este itinerario de análisis e investigación. Los sigo con viva participación y, como prenda de mi cercanía a sus trabajos les imparto de corazón a ustedes, miembros de la Academia pontificia de ciencias sociales, una particular bendición apostólica, extendiéndola a los expertos que han invitado, a los colaboradores y a todos sus seres queridos.
L'Osservatore Romano, edición en lengua española Nº 19
8 de mayo de 1998
p. 6 (258).