Lunes 6 de octubre de 2003
Venerados hermanos en el episcopado; amadísimos hermanos y hermanas:
1. Me alegra encontrarme con vosotros al día siguiente de la canonización de tres luminosos testigos del compromiso misionero, particularmente queridos por vosotros: san Daniel Comboni, san sant’Arnoldo Janssen y san José Freinademetz. Son tres "campeones" de la evangelización.
Os dirijo mi cordial saludo y os agradezco vuestra presencia.
2. Os saludo a todos vosotros, queridos Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, que proseguís la acción apostólica de san Daniel Comboni. Él es considerado con razón uno de los promotores del movimiento misionero, que vivió un florecimiento extraordinario en la Iglesia del siglo XIX. En particular, saludo al superior general recientemente elegido, padre Teresino Serra, y a los religiosos participantes en el capítulo general. Quiera Dios que las reflexiones y las indicaciones surgidas de la asamblea capitular den un nuevo impulso misionero a vuestro instituto.
Os saludo también a vosotras, queridas religiosas Misioneras Combonianas Pías Madres de la Nigricia, y a vosotros, queridas Misioneras Combonianas seglares y queridos Misioneros Combonianos laicos, que os inspiráis en el carisma de san Daniel Comboni.
Que Dios haga fecundas todas vuestras iniciativas, orientadas siempre a difundir el evangelio de la esperanza y que bendiga también los esfuerzos que realizáis en el ámbito de la promoción humana, especialmente en favor de la juventud. A este respecto, deseo vivamente que se reanude y se lleve a término el proyecto de fundar una universidad católica en Sudán, tierra tan querida por Comboni. Estoy seguro de que una institución cultural tan importante prestará un cualificado servicio a toda la sociedad sudanesa.
3. Me dirijo ahora a vosotros, queridos peregrinos que habéis venido para honrar a san Arnoldo Janssen y a san José Freinademetz. Con especial afecto os saludo a vosotros, queridos miembros de las tres congregaciones de la familia religiosa verbita, y a vuestros respectivos superiores generales: padre Antonio Pernia, sor Agada Brand y sor Mary Cecilia Hocbo.
Arnoldo Janssen fue un ardiente animador de la misión eclesial en Europa central. Dio prueba de valentía abriendo una casa misionera en Steyl, en los Países Bajos, cuando la Iglesia pasaba momentos difíciles a causa del así llamado Kulturkampf. Al recorrer caminos nuevos e inexplorados para difundir el Evangelio, supo atraer en torno a sí a muchos colaboradores -sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos- que ahora prosiguen su obra apostólica.
4. Deseo dirigiros ahora un especial saludo a vosotros, queridos familiares y peregrinos procedentes de la diócesis de Bozen-Brixen, Bolzano-Bressanone y, en particular, al grupo de lengua ladina. Os saludo con afecto, queridos peregrinos ladinos. Que san José Freinademetz sea para vosotros un ejemplo de fidelidad a Cristo y a su Evangelio. La Providencia, mediante la Sociedad del Verbo Divino, lo envió a China, donde permaneció hasta la muerte.
"Toda tu vida para tus queridos chinos", es el programa que redactó el día de su profesión perpetua. Y, con la ayuda de Dios, se mantuvo siempre fiel a ese programa. Se hizo chino con los chinos, asumiendo su mentalidad, sus usos y sus costumbres. Alimentó sincera estima y afecto por ese querido pueblo, hasta el punto de afirmar: "También en el cielo quisiera ser chino". Que desde el paraíso siga velando sobre aquella nación y sobre todo el continente asiático.
5. Amadísimos hermanos y hermanas, demos gracias a Dios por haber donado a la Iglesia a san Daniel Comboni, san Arnoldo Janssen y san José Freinademetz. Que su ejemplo y su intercesión nos animen a responder con generosidad a nuestra vocación cristiana.
Nos ayude la Virgen María, a quien estos nuevos santos amaron como tierna Madre, experimentando su protección y consuelo. Os acompaño con la oración, a la vez que os bendigo a vosotros, a vuestras comunidades y a todos vuestros seres queridos.