Isaías 2,2-5
Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos.
Dirán: "Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos, y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley, de Jerusalén la palabra del Señor."
Será el árbitro de las naciones, el juez de los pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven: caminemos a la luz del Señor.
Segundo Cántico de Isaías
Isaías 12,2-5
Te doy, gracias, Señor, porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira y me has consolado.
Él es mí Dios salvador: confiare y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de salvación.
Aquel día, diréis: Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas; anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
"¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!"
Tercer Cántico de Isaías
Isaías 26,1-4.7-9.12
Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti.
Confíad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua:
la senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor,
te esperamos, ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas nos las realizas tú.
Cuarto Cántico de Isaías
Isaías 33,13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho; los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores, y un temblor se apodera de los perversos:
¿"Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?".
El que procede con justicia y habla con rectitud y rehusa el lucro de la opresión;
el que acude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto, tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Quinto Cántico de Isaías
Isaías 38,10-14.16b-20
Yo pensé: "En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años."
Yo pensé: "Ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida, como una tienda de pastores
devanaba yo mi vida y me cortan la trama."
Día y noche me estas acabando, sollozo hasta el amanecer.
Me quiebran los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina, gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
Señor, que me oprimen, sal fiador por mí.
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz cuando tuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias, ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes de alaba: como yo ahora.
El Padre enseñan a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Sexto Cántico de Isaías
Isaías 40,10-17
Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¡Quién ha pesado en la balanza los montes y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor? ¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto, para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano, el
Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas, como si no existieran,
son ante él como nada y vacío.
Séptimo Cántico de Isaías
Isaías 42,10-16
Cantad al Señor un cántico nuevo,
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
muja el mar y lo que contiene, las islas y sus habitantes;
alégrese el desierto con sus tiendas, los cercados que habita Cadar,
exulten los habitantes de Petra, clamen desde la cumbre de las montañas;
den gloria al Señor, anuncien su alabanza en las islas.
El Señor sale como un héroe, excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido, mostrándose valiente frente al enemigo.
"Desde antiguo guardé silencio, me callaba y aguantaba;
mas ahora grito como la mujer cuando da a luz, jadeo y resuello.
Agostaré montes y collados, secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo, desecaré los estanques;
conduciré a los ciegos por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran.
Ante ellos convertiré la tiniebla en luz, lo escabroso en llano".
Octavo Cántico de Isaías
Isaías 45,15-25
Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el señor salva a Israel con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.
Así dice el Señor, creador del cielo - él es Dios -,
él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía, sino que la formó habitable:
"Yo soy el Señor y no hay otro".
No te hablé a escondidas, en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob: "Buscadme en el vacío".
Yo soy el Señor que pronuncia sentencia y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos, supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera,
y rezan a un dios que no puede salvar.
Declarad, aducid pruebas, que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo, quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor? - No hay otro Dios fuera de mí -
Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más.
Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.
Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
"Ante mí se doblara toda rodilla, por mí jurará toda lengua",
dirán: "Solo el Señor tiene la justicia y el poder.''
A él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él, con el Señor triunfará y se gloriara la estirpe de Israel.
Noveno Cántico de Isaías
Isaías 61,10-62,5
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará justicia ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee cono antorcha.
Los pueblos verán tu justicia, y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán "abandonada"; ni a tu tierra, "Devastada";
a ti te llamarán "Mi favorita", y a tu tierra, "Desposada",
porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Décimo Cántico de Isaías
Isaías 66,10-14ª
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,
alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor: "Yo haré derivar hacia ella como un río la paz,
como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus cristuras y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado."