¡Señor, he oído
Tu fama, me ha impresionado Tu obra!
En medio de los años, realízala; en medio
de los años manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán; el Santo, del monte
Farán:
su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su
alabanza;
su brillo es como el día, su mano destella velando
su poder.
Sales a salvar a tu pueblo, a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos, revolviendo las aguas del
océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos, vacilaban
mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas, las viñas no tienen
frutos,
aunque el olivo olvida su aceituna y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor, me gloriaré en Dios mi Salvador.
El Señor soberano es mi fuerza, él me da piernas
de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Habacuc 3,2-4.13ª.15-19