III Carta del Apóstol Juan
La tercera Carta de Juan es más de carácter personal, pero en ésta nos muestra el santo apóstol, como en la primera, tanto la importancia y valor del amor fraterno —que constituían, según una conocida tradición, el tema permanente de sus exhortaciones hasta su más avanzada ancianidad— cuanto la necesidad de atenerse a las primitivas enseñanzas para defenderse contra todos los que querían ir "más allá" de las Palabras de Jesucristo (II Juan 9), ya sea añadiéndoles o quitándoles algo (Apoc. 22, 18), ya queriendo obsequiar a Dios de otro modo que como Él había enseñado (cf. Sab. 9, 10; Is. 1, 11 ss.), ya abusando del cargo pastoral en provecho propio como Diótrefes (III Juan 9). Pirot hace notar que "el Apocalipsis denunciaba la presencia en Pérgamo de nicolaítas contra los cuales la resistencia era peligrosamente insuficiente (Apoc. 2, 14-16)" por lo cual, dado que las Constituciones Apostólicas mencionan a Gayo el destinatario de esta Carta, al frente de dicha iglesia (como a Demetrio en la de Filadelfia), sería procedente suponer que aquélla fuese la iglesia confiada a Diótrefes y que éste hubiese sido reemplazado poco más tarde por aquel fiel amigo de Juan.